SA | ❝ Déjame tomar tu mano y demostrarte que hay un camino hacía la tranquilidad.❞
Siempre se solía decir que la amabilidad y la lealtad de un Hufflepuff no encajaría jamás con la astucia y ambición de un Slytherin, pero que grande equivocación. Le...
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round with Riddle
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El día de entregar la tarea llegó y como era de esperarse, sacaron la calificación más alta. Después de todo, si lograron hacerlo sin ninguna discusión, sin embargo, no fue de lo mejor para Leia, puesto que Tom no dejó de burlarse de su poca paciencia.
El lunes llegó, al igual que la noche y era turno de patrullar junto al Slytherin. La castaña no se sentía tan inconforme como cuando recibió la noticia de que su compañero de patrullaje sería Tom, pero si estaba un poco molesta.
No quería que él tomara la oportunidad de molestarla, así que decidió que esa noche no le prestaría atención.
—Estás muy callada —dijo de pronto Tom.
Leia apartó su vista del pasillo que recorrían y lo miró. Ella se mordió el labio inferior.
—No tengo nada que decir.
Tom rió, provocando que unas ligeras arrugas se hicieran visibles bajo sus ojos, lo cual lo hizo ver más atractivo.
—Bueno, yo sí tengo algo que decir, más bien, que preguntarte.
—¿Qué cosa? —de un momento a otro, Leia comenzó a tener algo de curiosidad.
—¿Cómo has estado? —preguntó, pero al ver el semblante de confusión de la Hufflepuff, añadió —. ¿Ya no has soñado despierta con White?
Y ahí estaba de nuevo.
Puso los ojos en blanco y bufó. Tuvo que controlarse para no empujarlo, como su mente le pedía que lo hiciera justo en ese momento.
—¿Por qué eres tan molesto? —se quejó, dibujando una evidente mueca de desagrado en su rostro.
Comenzó a caminar dando grandes zancadas para ir más rápido y así alejarse de él, pero fue inútil ya que en unos cuantos pasos, Tom la alcanzó. Él era tan alto y por lo tanto, sus piernas eran bastante largas a comparación de las de ella.
—Está bien, tranquila —pidió Tom, parando de reír —. Eres muy pequeña, pero también muy rápida.
La castaña ignoró por completo a su acompañante y siguió su camino, tenía claras sus intenciones y una de ellas era no caer en sus provocaciones tan inmaduras e infantiles.
—Por favor, deja de caminar y escucha —añadió el pelinegro para que ella parara —. Sólo era una broma.
Leia paró de golpe, lo cual causó que Tom se estrellara contra su espalda.
—¿Eso te resulta gracioso? —chilló la castaña, con aspereza —. ¿Burlarte de los demás es gracioso para tí?
Tom abrió la boca para decir algo, pero al instante la cerró. Después, se encogió de hombros.
