SA | ❝ Déjame tomar tu mano y demostrarte que hay un camino hacía la tranquilidad.❞
Siempre se solía decir que la amabilidad y la lealtad de un Hufflepuff no encajaría jamás con la astucia y ambición de un Slytherin, pero que grande equivocación. Le...
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halloween dance
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Un día antes del baile, el director Dippet le dió salida a los estudiantes de Hogwarts al pueblo de Hogsmeade para que pudieran realizar sus compras. Es por eso, que ahora Leia, Grace y Connor se dedicaban a buscar algún atuendo que fuera de su agrado, al igual que un antifaz elegante.
—¿Qué les parece este?
Leia acababa de salir del probador, luciendo un vestido sumamente elegante y con los colores perfectos para adaptarse a la tonalidad de su piel.
—Te ves completamente hermosa —admitió Connor, encantado de ver a su prima. El rubio tomó la mano de la castaña y la hizo dar una vuelta para que luciera el vestido —. Dejarás a Charles con la boca abierta.
—Y no sólo a Charles, sino, también a cierto Slytherin —insinuó Grace, haciendo un gesto de inocencia.
Leia rió y optó por ignorar lo último dicho por su mejor amiga.
—¿Ustedes ya encontraron lo que necesitaban?
Grace asintió y levantó una bolsa donde se encontraba un vestido color morado con olanes blancos, junto al antifaz, por su parte, Connor hizo lo mismo. Lo único que faltaba para que el vestuario de Leia estuviera completo era su antifaz, por lo que el trío se dirigió a una tienda específica al producto que necesitaban.
El entrar, notaron que habían muchos alumnos de Hogwarts que buscaban lo mismo que ellos. La castaña no perdió tiempo y empezó a recorrer cada parte de la tienda hasta que visualizó el antifaz más hermoso que sus ojos habían visto, así que lo tomó de su lugar y se lo probó.
—¿Les gusta? —pidió la opinión de los otros dos.
—El toque de la pluma negra es genial y combinará con los colores de tu vestido —admitió Grace.
Satisfecha con la opinión de su mejor amiga, la castaña procedió a pagarlo para que regresaran al castillo.
. . .
—¡No encuentro mis zapatillas! —exclamó Grace, colérica y al mismo tiempo desesperada. La pelinegra corría de un lado a otro por toda la habitación.
Leia se dedicó a observar a su mejor amiga mientras que intentaba retener sus ganas de reír.
—¿No son estas? —alzó ambas manos, donde tenía cada par.
Grace hizo un gesto de tranquilidad y llevó a sus manos hasta su rostro para cubrirlo.
