SA | ❝ Déjame tomar tu mano y demostrarte que hay un camino hacía la tranquilidad.❞
Siempre se solía decir que la amabilidad y la lealtad de un Hufflepuff no encajaría jamás con la astucia y ambición de un Slytherin, pero que grande equivocación. Le...
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Durante todo el trayecto del camino hacía la habitación de Tom, no podía dejar de pensar en como le pediría disculpas por comportarse de una manera infantil. Sabía que su forma de reaccionar no fue la correcta si ya conocía la única versión de los hechos, pero tampoco estaba en su mejor momento emocional.
Agradecía que su novio tuviera su propia habitación al ser delegado. Antes de tocar la puerta, acomodó las imperfecciones de su túnica y se aseguró de que no se notara que una hora atrás se había refugiado a llorar.
Cuando sintió que estaba lista, dibujó una sonrisa en sus labios y formó un ovillo con su mano derecha, para dar unos cuantos golpes en la puerta. Al cabo de unos cinco segundos, Tom apareció frente a ella.
A diferencia de ella, él se notaba con un aspecto sombrío y tenía cara de pocos amigos. No pudo evitar sentirse culpable.
—¿Cariño? —su mirada se iluminó y sus ojos adquirieron un destello de felicidad.
—Lo siento mucho —siseó en forma de disculpa y se abalanzó sobre su novio —. Fui una completa tonta al no dejarte explicar la situación. Yo sé que tú no la besaste, sé que me amas y que jamás me harías algo como eso. Gracias por defenderme.
Tom no lo dudó ni un segundo y rodeó con un brazo la cintura de la castaña, mientras que su mano se posó en su espalda, para proceder a besar su coronilla.
—No tienes porque preocuparte —musitó Tom, acariciando su rostro con delicadeza. Sabía que a pesar de su temperante duro, ella era una chica frágil y aunque no lo admitiría jamás, necesitaba cariño —. Entiendo que no quisieras hablar conmigo, no te culpo por tu forma de actuar, sé que es algo muy fuerte. Pero por favor, te lo ruego, déjame explicarte que fue lo que sucedió.
Leia movió su cabeza de manera negativa, por lo que Tom estuvo a punto de decir algo, pero ella se adelantó.
—Lo sé todo —sonrió —. No te desvivas por eso.
—¿Cómo lo sabes? —inquirió, con semblante más relajado, pero con un deje de preocupación.
—Escuché todo desde el inicio.
—Entonces sabes que me dió-
—Amortentia —terminó la frase por él.
—Leia, de verdad lo siento.
—¿Por qué? —interrogó extrañada —. Nada de esto fue tu culpa. Ella fue la que decidió hacer las cosas mal. Nadie la obligó.
—Pero ella era tu amiga.
—Pensé que lo era. Grace nunca me consideró su amiga.
Tom sabía de antemano que Leia le tenía un profundo cariño a Grace, por ende era un tema bastante delicado y era claro que le dolía, pero fingía llevarlo con tranquilidad.
