SA | ❝ Déjame tomar tu mano y demostrarte que hay un camino hacía la tranquilidad.❞
Siempre se solía decir que la amabilidad y la lealtad de un Hufflepuff no encajaría jamás con la astucia y ambición de un Slytherin, pero que grande equivocación. Le...
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29 de agosto de 1959.
Desde el otro lado de la puerta, Leia podía escuchar el eco que resonaba a causa de los tacones de Ophelia. Se alejó un poco para permitir a la rubia abrir. Cuando apareció en su campo de visión, la recibió con una sonrisa de oreja a oreja y con ambos brazos extendidos. No la hizo esperar y aceptó el abrazo con gusto.
Una vez que hubo distancia entre ambas, Ophelia la invitó a pasar y Leia cedió. De reojo pudo notar como la abultada pancita de la rubia parecía estar a punto de estallar.
—Ya falta poco para que nazca —Ophelia dejó salir una leve risita.
—Estoy emocionada por conocer al pequeño Ethan —gimoteó Leia con ilusión.
—Cada día siento más las pataditas —explicó Ophelia, sin apartar las manos de su abdomen —. Connor dice que cuando comience a caminar será imparable y siendo sincera, no lo dudo. Al fin y al cabo tiene genes Wood.
Leia comenzó a reír y asintió.
—Bueno, él era un torbellino y nadie podía frenarlo —admitió la castaña con burla —. Mis tíos terminaban exhaustos cuando lo perseguían, yo no lo soportaba en varias ocasiones, menos cuando comía caramelos, eso era condenarnos.
—Te creo fielmente.
—¡Tía Leia! —gritó una vocecita que cada vez se escuchaba más cerca mientras repetía las mismas palabras.
La mencionada se dió la vuelta y sonrió con ternura al ver al pequeño que se aproximaba en su dirección corriendo. No lo pensó dos veces y lo recibió entre sus brazos.
—¿Cómo se encuentra mi pequeño bebé? —musitó con voz chillona sin apartar al pequeño.
—Ya no soy un bebé, tía Leia —se quejó el rubio menor entre risas —. Ya tengo cinco años y mi carta para asistir a Hogwarts llegará en seis años más.
—Para mi siempre serás mi bebé —objetó Leia, tornando su voz a una melosa.
Siempre se consideró buena con los niños, pues cuando era pequeña ayudaba a sus vecinas cuidando a sus hijos y lo hacía complacida. Nunca necesitó un pago, por lo que cuando se lo llegaban a ofrecer lo negaba rotundamente, ya que siempre alegaba que era un gusto cuidarlos y que no tenía problema en brindarles su apoyo.
En la actualidad, tenía un hermoso sobrino al cual amaba con todo su corazón y siempre cuidó de él desde el momento que nació, pues era una parte esencial de ella. Ahora que estaba a punto de ser tía por segunda vez, estaba más que emocionada y no podía esperar, incluso contaba los días en un calendario hasta que llegara el día que el doctor les informó que nacería Ethan.
