SA | ❝ Déjame tomar tu mano y demostrarte que hay un camino hacía la tranquilidad.❞
Siempre se solía decir que la amabilidad y la lealtad de un Hufflepuff no encajaría jamás con la astucia y ambición de un Slytherin, pero que grande equivocación. Le...
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the Malfoy incident
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Un nuevo año y eso traía de la mano nuevas oportunidades. Si tiempo atrás le hubieran dicho a Tom que tendría un vínculo amoroso con Leia Redmayne, la chica de la cual estaba enamorado desde tercer año, él no lo creería, puesto que desde que tenía memoria pensaba que no existiría el mínimo contacto entre ambos.
Para Tom todo el viaje de regreso a Hogwarts fue cálido y tranquilo, pero al momento de llegar al castillo toda esa tranquilidad se esfumó por completo, pues ahora que Abraxas y Reinhart sabían su posible relación con Leia, no paraban de molestarlo con el tema.
—Nuestro pequeño ya ha crecido —se burló Reinhart en tono meloso y entrelazó ambas manos para darle más dramatismo a su actuación.
—Y ya es todo un galán —siguió Abraxas, riendo al mismo tiempo que levantaba ambas cejas una y otra vez.
Tom resopló y puso los ojos en blanco.
—Ya callense o hago que se callen —les advirtió, con una amenazante y fría mirada —. Ustedes deciden cual opción toman, aunque admito que la segunda no será agradable para ustedes.
Sus dos amigos que ya sabían del pésimo carácter que tenía el pelinegro, prefirieron guardar silencio, después de todo tuvieron suficientes burlas. Además, querían prevenir un posible ataque.
—En fin, ¿qué tal tus vacaciones en el mundo muggle?
Por la forma en la que Reinhart artículo dicha pregunta, Tom supo al instante que de verdad tenía curiosidad, lo cual le pareció bastante extraño pero prefirió ignorarlo.
—Bastante bien —respondió, recordando cada momento —. Superó mis expectativas.
Los dos chicos intercambiaron miradas juguetonas y gritaron al unísono:
—¡Especialmente por Redmayne!
Ni siquiera esperaron a que su amigo reaccionara antes de tiempo y huyeron a la velocidad de un rayo, dejándolo completamente solo en la habitación.
Cuando la puerta azotó, Tom entrecerró los ojos con cierto fastidio. Jamás negaría que estaba plenamente enamorado de Leia y que haría todo lo que estuviera en sus manos para que ella fuera feliz y complacerla, inclusive haría hasta lo imposible porque ella de verdad lo valía.
A lo que sí se negaría era ser el objeto de burlas de sus amigos, ya que él era el único que podía burlarse de ese par de zopencos.
La hora de las rondas ya había finalizado, por lo que se hallaba buscando entre unos de los baúles su pijama. Sacó un par de prendas más, hasta que algo peculiar llamó su atención, era la caja con calderos de chocolate que Grace se había aferrado a darle. Por instinto al pensar en esa chica, puso los ojos en blanco y seguido endureció el rostro con expresión molesta.
