SA | ❝ Déjame tomar tu mano y demostrarte que hay un camino hacía la tranquilidad.❞
Siempre se solía decir que la amabilidad y la lealtad de un Hufflepuff no encajaría jamás con la astucia y ambición de un Slytherin, pero que grande equivocación. Le...
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Al bajar del tren, Leia y Tom se despidieron de Connor y Grace, quienes tomaron otra ruta. Para demostrar que era un caballero, el pelinegro se ofreció a llevar los dos baúles de la chica, pero ella se negó rotundamente, pues alegó que sería mucho peso para para él, pero le agradeció el gesto con un leve abrazo.
Eso era algo que dejaba plenamente satisfecho a Tom, que la castaña comenzaba a mostrar más afecto hacia él, cuando anteriormente lo único que ella hacia era mostrarse hostil y a la defensiva. Claramente era un muy avanzado progreso.
Luego de caminar un poco, el señor y la señora Redmayne los esperaban fuera de la estación de King's Cross con una amplia sonrisa.
—Hola, cariño —dijo la señora Redmayne, con entusiasmo
A Leia no le importó parecer una niña pequeña y corrió con una tremenda velocidad y se lanzó a los brazos de su madre, que gustosa la apretó con delicadeza.
—¿Para mí no hay nada? —chilló su padre, fingiendo indignación.
La castaña se soltó de su madre para abrazar aún más fuerte a su padre. Él besó su cabeza y acarició su largo cabello. Al finalizar las muestras de afecto, los dos mayores clavaron su vista en el pelinegro.
—¿Tom Riddle, cierto? —el señor Redmayne se dirigió al chico y estiró su mano para saludarlo —. Puedes llamarme Liam, es mejor de manera informal.
—El mismo —dijo Tom, sonriendo con sinceridad y aceptó el saludo del mayor, estrechando ambas manos —. De ahora en adelante así lo llamaré.
—Un gusto conocerte, jovencito —llamó su atención la madre de Leia, quien también estrechó su mano con la del pelinegro —. Mi nombre es Eunbin Redmayne, de soltera Wood.
Tom volvió a sonreír, pero esta vez le fue imposible no mostrarse sorprendido al ver a la mayor detalladamente. Leia era idéntica a su madre, todo en ellas era exactamente igual, el físico y las delicadas facciones de sus rostros, la única diferencia en ellas era el color de cabello, el de la señora Redmayne era negro azabache, mientras que el de Leia era castaño.
De pronto, Tom recordó escuchar decir a la castaña que su madre era de nacionalidad coreana, por lo tanto, ella tenía descendencia de dicho país, por ello sus inconfundibles características.
—¿Nos vamos? —la voz de Liam sacó de sus pensamientos a Tom.
El hombre tomó los baúles de su hija y emprendieron camino, y momentos más tarde, subieron a un auto hasta que llegaron a casa de la castaña. Al bajar, Tom se admiró al ver en donde vivía la chica. No era una casa grande, ni mucho menos una mansión, sin embargo, era sencilla, cálida y muy cómoda.
