SA | ❝ Déjame tomar tu mano y demostrarte que hay un camino hacía la tranquilidad.❞
Siempre se solía decir que la amabilidad y la lealtad de un Hufflepuff no encajaría jamás con la astucia y ambición de un Slytherin, pero que grande equivocación. Le...
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perspective of a Slytherin
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Tom tenía muy claros sus objetivos y uno de ellos era conquistar a Leia, ya que ahora era conciente de los comportamientos tan peculiares de la chica, lo que le indicaba que sus sentimientos podrían llegar a ser correspondidos.
Tenía un don y ese era saber cuando personas mentían, y Leia mentía al decir que no sentía nada por él cuando su mejor amiga se lo preguntaba.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó Reinhard, entrando a la habitación.
Tom se giró en dirección a su amigo y alzó una ceja.
—Aquí duermo —contestó él, con obviedad.
—Y esa es una de las razones por las que no fuiste a Ravenclaw, mi querido Reinhard —se burló Abraxas, que entró justo detrás del mencionado.
El aludido puso los ojos en blanco.
—Y tú muy inteligente.
Dicho eso, se volvió a Tom, quien seguía mirándolos.
—Estoy ocupado.
—¿Se puede saber en qué? —inquirió Reinhard, arrugando la frente —. Has pasado la última semana algo distraído y todo aumentó después de que bailaste con Redmayne.
Al escuchar dicho apellido, Tom elevó las camisuras de sus labios, pero al instante cambió de expresión a una neutra.
—¿Te han dicho que eres un entrometido? —masculló el pelinegro y se giró en dirección a su buró.
—Sí, tú me lo dices todo el tiempo que te sea posible.
—También a mí —agregó Abraxas, cruzándose de brazos.
Ahora fue el turno de Tom para poner los ojos en blanco y volvió a ponerse frente a sus dos amigos, quienes lo veían de forma interrogante. Resopló y se dispuso a explicarles.
—Estoy arreglando un obsequio, ¿felices?
Reinhard y Abraxas se miraron por un momento y después miraron al pelinegro, con suspicacia.
—¿Por qué arreglas un obsequio? —le interrogó el platinado, tomando asiento en su cama, frente a Tom.
—¿Ustedes no tienen otra cosa que hacer más que preguntarme todo lo que se les ocurra?
—Tranquilo —Reinhard rió —. Ya dinos, ¿por qué tienes un obsequio?
—Porque el dos de diciembre está muy cerca —respondió y miró a los otros dos —. Y para que ya no me hagan más preguntas, ese día es el cumpleaños de Leia.
Y fue ahí donde todo conectó. Reinhard también tomó asiento en su cama y observó los dulces que su amigo metía en una caja con decoraciones un tanto extrañas para el gusto de Tom.
