Capítulo 21| Es La Manera Que Te Amaba.

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-Sólo porque me gustas... -le confesé en un susurro, sin pensarlo.

La repentina lluvia veraniega iluminaba toda la habitación, sumergiéndola en una luz difusa y plateada. ¿En qué momento empezó a llover y no nos dimos cuenta?

El silencio que se interponía entre los dos era ensordecedor, y cada segundo que pasaba sin escuchar su respuesta, sentía cómo mi corazón se rompía un poco más.

¿Qué es lo que hice?

Podía percibir cómo su agarre en mi espalda baja desaparecía gradualmente, y su cuerpo se alejaba de mí, como si la proximidad fuera abrasadora y necesitara distancia. Mis brazos cayeron a los costados de mi cuerpo, impotentes, mientras desviaba la mirada, incapaz de enfrentar la posibilidad de su rechazo.

Había pensado que todo sería distinto con él, que encontraría un refugio en medio del caos que era mi vida. Pero ahora, enfrentándome a su silencio y a su falta de respuestas, me preguntaba si había cometido un error al confundir su amabilidad con algo más.

Lo único que sé es que con Aren mi mundo se estabiliza.

Encuentra un punto de sosten.

No me había dado cuenta de que me estaba ahogando hasta que apareció con su extraña manera de conocernos en mi departamento aquel día, para después cambiarlo todo y mostrarme a mí misma que valgo la pena. Que no soy una chica rota, sino alguien por quien se puede luchar y querer con sus imperfecciones.

Entonces, ¿Por qué ahora no me dice nada? ¿Por qué no me responde? ¿Por qué dice y hace ese tipo de cosas tan tiernas que me desestabilizan y generan estas malditas mariposas en el estómago? Sería más fácil si no dijera nada de eso y sólo..., no lo sé, no me confundiera.

El silencio entre nosotros era tan denso que ni siquiera esperaba que fuera él quien lo rompiera. Estaba a punto de decir cualquier cosa para escapar de la habitación y de la situación incómoda que había creado con mi confesión, pero se me adelantó y habló antes.

-No puedes gustar de mí, Pelirroja. -sus palabras resonaron en el aire, dejando una sensación de vacío en mi pecho.

Auch.

Sentí una punzada de dolor. Levanté la mirada con dificultad, buscando algún consuelo en sus ojos, pero solo encontré distancia. Otra vez. Me sentí como al borde de un precipicio, luchando por mantener la compostura mientras la realidad me golpeaba.

Reuniendo toda la dignidad que me quedaba, levanté la mirada después de unos largos minutos hacerlo, para encontrarme con la suya, buscando respuestas que sabía que no encontraría fácilmente.

-¿Por qué, Aren...? -pregunté, sintiéndome estúpida e indefensa.

Él se despeinó el cabello oscuro con las manos, evidenciando su nerviosismo e inquietud.

-No voy a responder a eso. -pronunció, evitando mi mirada.- Olvídalo y haz cómo si no hubiese pasado.

-Respóndeme -exigí, aunque no estaba segura de por qué-. ¿Qué pasa ahora que te dije que me gustas?

-Ya te lo dije antes. Yo no puedo darte lo que quieres. -su mirada encontró la mía, pidiendo perdón en silencio.

-¿Y qué es lo que quiero según tú? ¿Qué es lo que no puedes darme?

Hubo una pausa incómoda antes de que él respondiera, y cuando lo hizo, sentí cómo el mundo se desmoronaba a mi alrededor, no pude escuchar otra cosa más que mi corazón martillando en mi caja torácica.

Un Lugar En Dónde Tú Y Yo Podamos Respirar. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora