Un Lugar En Dónde Tú Y Yo Podamos Respirar. [+18]

Capítulo 32| Mis Lágrimas Rebotan.

•🧡🧡🧡•

Skaylar

Odiaba la manera en que me volvía inestable por su culpa.

No podía ser...

Él no...

Respiré...

1...

2..

3.

Pensar de nuevo en su presencia, como si estuviera siempre a punto de asfixiarme y arrebatarme cualquier atisbo de libertad, hacía que mi respiración se volviera pesada. Era como un fantasma que no se desvanecía, siempre ahí, acechándome, logrando que mi pecho se cerrara y que cada inspiración fuera un esfuerzo titánico.

El hombre encapuchado no me había inspirado confianza desde el primer momento en que lo vi observándonos desde lejos con el celular en mano.

Lo había notado hacía rato, pero decidí no prestarle demasiada atención. No quería parecer paranoica, y mucho menos arruinar el momento que Aren, Darcy y yo habíamos compartido en la playa. Así que me quedé callada. En ese momento, no pude decir nada. Aren parecía más relajado que en días, especialmente tras comenzar su terapia, y verlo jugar y reír con Darcy había traído algo de calma. No quise robarle ese instante de paz con mis propios temores. Pero la sensación no desapareció. Sentía esa mirada pesada en mi nuca, como si no pudiera sacarmela de encima.

Aún la siento.

Eventualmente, no pude soportarlo más y le conté a Aren sobre el hombre que nos había estado observando. Mi cuerpo estaba tenso, paralizado por el miedo. No podía seguir guardando silencio. Sin embargo, mientras caminamos de regreso al edificio, con Aren en silencio y volteando hacia atrás cada pocos segundos, mis pensamientos comenzaron a desvanecerse en el pasado, llevándome de vuelta a ese último día en que escapé de Archer.

Había intentado mantener la calma como siempre, midiendo cada palabra, cada gesto, sabiendo que cualquier cosa podía desatar su ira. Pero aquella vez fue diferente. Su enojo fue inmediato, brutal. Cuando le dije que necesitaba salir a comprar algo, me miró de una manera que no olvidaré. Su mirada oscura, como si supiera exactamente lo que planeaba.

Recuerdo el golpe. Fue tan rápido que apenas lo vi venir. El dolor me explotó en la mejilla, derribándome al suelo. Mi cabeza golpeó el suelo frío y me quedé allí, aturdida, con la visión borrosa mientras él seguía gritándome, acusándome de querer huir de él. Intenté moverme, pero mi cuerpo se sentía pesado, inmóvil. El miedo me tenía atrapada, paralizada en ese instante. Cuando traté de levantarme, un dolor agudo me atravesó las costillas y por primera vez vi la sangre salir de mi cabeza.

El nunca había llegado ha tan lejos... hasta que lo hizo.

"No vas a ir a ninguna parte", me dijo con la voz llena de veneno. Intenté decirle que necesitaba ir al hospital, que algo andaba mal, pero él se inclinó sobre mí, me tomó del brazo y apretó con fuerza, su respiración agitada sobre mi cara. "Eso es lo que pasa cuando no me escuchas y no me obedeces."

Cada segundo con él había sido una lucha por sobrevivir, por encontrar la forma de escapar sin hacerlo enfurecer aún más. Pero en ese momento supe que no podía seguir así. Sabía que si no huía, él cumpliría con su amenaza de hacerme desaparecer y meterse con mi familia a largo plazo.

Esa noche esperé a que se durmiera. Aun con el dolor punzante en mi cuerpo, cabeza y los moretones que comenzaban a formarse, apenas podía respirar. Cada inhalación era un recordatorio de lo rota que estaba. Pero escapé. Salí de esa casa en silencio, con el corazón latiendo a mil por hora, rogando que no me escuchara, que no despertara. Corrí sin mirar atrás, y con el dinero que había ahorrado de mi trabajo como veterinaria, logré alquilar un auto. Conduje directamente hacia Southwest, llevando las pocas cajas de mis cosas que había logrado juntar a escondidas, sin que él lo notara.