La primera idea que vino a su cabeza tan pronto regresó a su auto fue que el día no había sido tan terrible, si bien no recordaba a casi nadie ni siquiera la propia investigación con leer sus anotaciones y con algunos comentarios de compañeros pudo sacar el trabajo adelante sin mayores complicaciones.
Quizá eso era, si terminaba con ese trabajo salvaría muchas vidas, por eso la habían llevado a lo que decidió llamaría "Su viaje espiritual". Si su compañera había dicho la verdad entonces parecía odiar el trabajo, o estar harta de este, quizá pensaba en renunciar, eso debía ser y eso se volvió la mejor de las noticias, no sabía cuánto tiempo tardaría en regresar su memoria pero ahora deseaba que fuera el suficiente como para dejarla investigar sin tener la memoria de porque lo odiaba tanto.
Encendió el motor del auto y arrancó sin percatarse que Hela no la había seguido, no estaba en el auto, a decir verdad no sabía dónde estaba.
Avanzó no más de 30 metros cuando el cuerpo de la ángel se apareció espontáneamente en el asiento de copiloto anunciando su llegada con un bonito grito que le dio un susto de muerte y que casi la hace estrellar el auto.
— ¡MIEREDA! Hela casi me matas.
— ¿Qué tan mal podría estar? — Se quejó con una voz rasposa que parecía estar adolorida. — Te lo dije, no puedo alejarme de ti, si lo hago esto sucede y duele como el infierno.
— Claro, como el infierno. — No buscaría más la lógica en sus comentarios. —Por cierto, creo que ya sé porque estoy pasando por todo esto.
— No me digas. —Sonrió con tal cinismo que molestó a la conductora. —Me alegra tanto.
— Eres la peor ayuda de todas. —Y Alba comenzaba a molestarse por ello.
— De nada, es todo un placer.
El resto de viaje de regreso a su casa fue en un silencio absoluto y abrumador para ambas, ni siquiera se atrevieron a encender la radio así que al final la mejor distracción fue ver bajar la ventana y sacar la cabeza en el caso de Hela, Alba lo agradeció. Para terminar con todo aquello condujo más rápido, estando en casa al menos podía encerrarse en otra habitación.
Alba comenzó a divagar, todo el día había sido extraño pero lo relacionado con su trabajo había traído de vuelta algunos recuerdos entonces conocer más sobre su trabajo la ayudaría, conocer de su familia también.
Al llegar al departamento investigó en su habitación, miró cada libro de las estanterías que había en las paredes, cada foto, no, no había fotos en toda su habitación, ni tampoco en la sala ni comedor, ni siquiera esas lindas fotos pegadas al refrigerador con feos imanes. Las únicas decoraciones eran algunas bellas pinturas en lienzos todas escondidas dentro de su habitación, parecía que ella misma las hacía ya que no tenían marco y algunas de ellas estaban destrozadas, atravesadas con una navaja como si al trabajarlas algo la hubiera enfadado. Intentó comprobar si ella era la extraña combinación entre una científica y una artista, tomó un lápiz y un papel pero en comparación con su trabajo de investigación no sintió facilidad al trabajar, no surgieron recuerdos, ella no había sido quien los pintó concluyó.
Por mera inercia buscó a Hela con la mirada pues hasta ese momento era la única persona que conocía pero ella no estaba, desde que llegaron al departamento se había lanzado al sofá y cerrado los ojos como si estuviera tomando una siesta.
— No sabía que los ángeles duermen.
— No estoy durmiendo. —Recalcó molesta. —Estoy pensando.
Al sentir que su investigación había sido inútil prefirió sentarse en el suelo usando el sofá de respaldo dejando su rostro a la altura del pecho de Hela.
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El Castigo.
Romance¿Me escuchas? El sonido resonaba por toda las paredes de la cabeza de... ¿Quién era ella? Despertar de esa manera debería de ser la más aterradora que se pueda imaginar cualquiera pues ese es el momento en el que te des cuenta que tu vida está a pu...