Lo siento.

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— No lo sé, teníamos problemas hacía unas semanas pero anoche Laila se volvió insoportable. — Sahara se sentía mal, había llorado en la noche pero no quería ser ella quien se disculpara, había hecho las cosas mal al golpearla pero Laila había sido la idiota.

— Es una verdadera mierda Sahara. — Comentó uno de los chicos de la banda donde practicaba, al parecer eran las únicas personas que no les importaba la sexualidad de la que podían llamar su amiga.

— Ella no es así, en verdad algo malo debe haber estado pasando.

— Bueno, sí, la conocemos, pero lo que estás diciendo sobre ella es inaceptable, no importa que sea linda, eso fue más que un error.

— Fui yo quien la golpeó. —Se reprendió a si misma con ese tono lastimero que rasgaba con fuerza en el pecho de cada persona presente.

Tenía miedo de perder lo que había conseguido ¡Por fin se sentía segura! Tanto que llevaba ya un buen tiempo sin intentar llamar a su hermana. Económicamente ni hablar, con la ayuda de otra persona en casa, pff, nunca había estado mejor, no significaba que fuera mucho, que quede claro, pero no necesitaba más porque la tenía a ella, o tal vez ya no.

Segura porque la mujer más hermosa y fuerte del mundo era suya y ella misma solo le pertenecía a Laila, tan feliz, tan completa y ahora parecía que podía terminar en cuestión de un santiamén.

Cuando la viera le reclamaría hasta que Laila le pidiera perdón de rodillas, ella no era una mujer débil, no señor, quizá un poco llorona pero débil jamás, ella llevaba los pantalones en la relación ¡Claro que si! que Laila no la iba a lastimar e irse de esa manera sin decir por lo menos un perdón, y también le llevaría un ramo de rosas ¡Sí! Un ramo sería.

— Entonces tal vez solo necesitan pensar las cosas y hablar. —Aseguró una de las chicas. —Será lo mejor para ustedes dos porque hasta ahora parecían inseparables.

Y vaya que lo eran, si Sahara se sentía mal en ese momento no podían imaginarse como se sentía Laila que pensaba que era la responsable de todo, arruinaba todo, desde un inicio de esa relación lo sabía, una persona como ella no merecía a alguien tan buena como su novia.

Y carajo, que se la había pasado terriblemente mal esa noche, al menos tenía dinero no como las veces anteriores, había podido dormir en un hotel, uno bastante malo y con algunos olores sospechosos pero en una cama al fin y al cabo. De todas formas no descansó. Pensó (Que era algo que le faltaba mucho a su cabezota) debía meditar las cosas antes de hacerlas, no solo podía huir de casa, era una estúpida, encima que Sahara quería evitar la pelea.

Pero por favor, había tenido peleas mil veces peores que le habían importado un cuarto que la de la noche anterior, quizá era tan importante por ser la persona que amaba. Sabía que su novia, porque eso era... mierda que en verdad lo había arruinado se dijo después de unos segundos repasando la palabra "novia", pero regresando al tema, Sahara tenía razón, entrar a peleas callejeras era una idea ridícula, solo lograría que la mataran. Entonces sabía tenía que hacer, no quería pero no podía pensar en otra cosa, necesitaba dinero si no quería que nada malo le pasara, La rata se había vuelto alguien verdaderamente peligroso para ella y para Sahara

Hacía ya un tiempo no tomaba esa ruta en el autobús, ahora parecía diferente, como si por arte de magia estos se hubieran vuelto más peligrosos de lo que de por si solía ser el transporte público, nada que no pudiera controlar pero si que le daban un dolor de estómago extraño.

Tenía muchas cosas que decir, probablemente escucharía un par de gritos pero no creyó que fuera lo peor del mundo, nada que no pudiera tolerar con tal de recibir su ayuda y poder volver a su verdadera casa con Sahara a pedir la mayor disculpa del universo entero. El timbre de su casa sonaba exactamente igual al día que se fue y una nostalgia pegajosa comenzó a tomar sus zapatos subiendo lentamente por todo su cuerpo.

El Castigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora