— La playa será muy bonita. — Murmuró Alba pues solo quería alegrar a su amiga.
— Lo sé, siempre quise ir pero nunca pude, mis padres querían llevarme pero era estúpida y como odiaba a mi padrastro... mi padre, solo me escapaba, me negaba a aceptar algo de él.
— ¿Puedo preguntarte algo?
Hela se sentía calmada y aún le faltaban algunas horas en carretera para llegar y viéndose encerrada en lo que serían sus últimas horas entonces ¿Qué más daba?
— ¿Es de mi familia?
— Tu padre, padre biológico me refiero, es que siempre hablas de que tu padrastro es tu papá pero, bueno, tengo curiosidad.
— Era un alcohólico que golpeaba a mi mamá y a mí, supongo que mis hermanitas se salvaron por ser muy pequeñas, sabes, sé que ustedes se la pasaron mal, quizá no lo recuerdes pero Sahara me lo contó, perder a sus padres debió ser muy difícil pero cuando yo era pequeña, cuando vivía con aquél hombre solo podía soñar con que él muriera.
— Perdón, no quería incomodarte.
— No lo hiciste. — Era verdad, en ese momento nada más la podía molestar, nada excepto quizá hablar sobre haber dejado a Sahara para poder pasar su último día en la playa, disfrutar para ella, solo ella, por un día solo pensar en ella.
Ella, yo, yo, solo yo, al final morir solo lo puedes hacer solo.
— ¿Tú crees que Sahara cuide tu cuerpo estos días?
— No lo dudo, de ser necesario perderá todo por estar conmigo... no me gusta eso, ella debe hacer su vida sin mí ahora.
Le dolía, que si le dolía, le quemaba el corazón decir eso, una vida sin ella, incluso en sus peores momentos pensó que las cosas se solucionarían, en verdad lo creía, cuando estaba completamente sola pasaba vidas imaginando como envejecería tomada de la mano de Sahara, seguro que ella la mantendría, si, con lo talentosa que era se volvería super famosa, reía de solo imaginarse aquellos escenarios, comenzaba a divagar como siempre cuando se dio cuenta de algo, sentía dolor, dolor físico sin duda ¿Qué estaba pasando?
— Me encargaré de que ella esté bien ¿Vale? Cuando tú te vayas. — Carajo, se le revolvía el estómago de decir aquello. — Sahara estará bien, igual tu familia, resolveré todos los asuntos que queden al aire, las cartas, todo lo que quieras que diga, o haga lo haré sin rechistar. Por cierto, encontré aún más cartas en mi casa ¿También debería entregar esas? No quise leerlas, por eso pregunto.
— Alba ¿Podrías llamarle a Sahara por favor? — No pudo prestar atención a lo que Alba le decía, estaba muy sorprendida de lo que podía sentir, quería saber si eso tenía que ver con algo que le estuviera sucediendo a su cuerpo ¿Y si era así? ¿Podría ser algo bueno? No, claro que no, debía dejar de alucinar, no sería nada bueno, ella bien sabía que Alba no había logrado completar su misión.
— Claro ¿Quieres hablar con ella? Le diré lo que quieras.
— Solo pregúntale dónde está, por favor. —El dolor constante era gratificante y aterrador de igual medida, mierda, no había pensado en la otra gran posibilidad, si no era algo bueno entonces, mierda, mierda, mierda, entonces podía ser algo malo ¿Si era la rata?
Alba detuvo el auto en medio de la carretera porque se esperaba y bien al esperarlo, esa conversación podía ser intensa. Fijo alguien acababa en las lágrimas.
— ¿Qué quieres? — El tono de voz tan duro alegró a ambas chicas, por lo menos Sahara no estaba devastada. — Estoy ocupada.
— Hela, no, lo siento, Laila quiere hablar contigo.

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El Castigo.
Romance¿Me escuchas? El sonido resonaba por toda las paredes de la cabeza de... ¿Quién era ella? Despertar de esa manera debería de ser la más aterradora que se pueda imaginar cualquiera pues ese es el momento en el que te des cuenta que tu vida está a pu...