Un cambio en el mundo.

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— Sería genial si puedes venir a cenar Alba, en verdad me gustaría poder presentarte a alguien.

— Estaré ahí puntual. — La sonrisa en su rostro era tan grande como la luna, por qué ese día podría volver a ver a Laila.

Ansiosa como una niña pequeña, sabía que el ser invitada nuevamente a estar con su hermanita y Laila era algo especial, que sí, que, en teoría, no conocía a Laila pero el pensar en ver a su amiga era como mínimo mágico, sabía quién era, todo lo que había tenido que pasar para llegar hasta ahí, los cambios que había tenido. Mierda, sabía que no podría evitar abrazarla.

Ella también había cambiado, ahora quería a su hermana junto a ella, había sido una estúpida toda su vida, regañándola, obligándola a ser alguien que no. Cuando por fin pudo regresar a "la normalidad" su memoria también regresó. Preferiría que no hubiera sido así, vivir en la ignorancia era mucho más satisfactorio.

En definitiva saber que había pasado hambre por ver a su hermanita comer era duro, entendía porque quería que Sahara ganara tanto dinero que jamás le sucediera eso pero no estaba dispuesta a volver a obligarla a hacer nada que la hiciera tan infeliz. 

Recordaba ver a una pequeña niña crecer mostrándole todas las señales de que no era como ella, las mil tazas de barro, todas las hojas de papel reciclado pintarrajeado, practicando poses de anatomía, la mayor pista debió ser las mil veces que la llamaron a dirección para mostrarle que su hermana no prestaba atención en matemáticas por distraerse pintando en su libro.

No merecía su perdón después de todos los gritos, que al igual que imágenes de película se colaban en su mente como castigo. Pero Sahara la quería en su vida, la adoraba a decir verdad porque sabía todo lo que había tenido que vivir su hermana por ella, todo lo que la ayudó en su peor momento, su disposición a cambiar con tal de ayudarla a recuperar a su novia y sin duda el llevar su pintura a la galería de arte había sido muy importante, había cambiado su vida.

— Creo que el castillo es demasiado, una muñeca no estaría mal. — Murmuró para sí misma mientras buscaba en una de las interminables filas de la juguetería donde buscaba un regalo para las hermanitas de Laila. — Y para María los guantes de boxeo.

¿Debía regalarle algo a Laila? ¿No sería raro? Sentía la necesidad de agradecerle por todo pero que un desconocido total te abrace en llanto y te dé un regalo puede, y solo puede que sea un poco extraño.

Subió a su auto con más regalos de los que se había permitido, al final se había rendido, gastaría hasta su último centavo en la fiesta de despedida de su hermana antes de que se fuera de intercambio quería que todas las personas estuvieran felices.

Serían solo la familia de Laila, algunos amigos de ambas, los que habían conocido en la banda y ella, su hermana y su única familia. No, la que había sido su única familia por mucho tiempo, ahora tenía a tanta gente que la protegía, Sahara jamás estaría sola de nuevo.

Al llegar al edificio donde vivía su hermana se dio cuenta de que en verdad era hermoso, Laila no mentía, las primeras veces habían ido, estaba tan preocupada corriendo detrás de un reloj que no había tenido tiempo de apreciar los enormes ventanales que demostraban transparencia.

— ¡Viniste! —Sahara no podía negar que estaba sorprendida, su hermana en verdad estaba cambiando, era diferente, su hermana había vuelto a su vida.

— No podías irte sin despedirte de mí. —Sonrió y segundos después la tomó fundiéndola en un abrazo. — Lo que sea, Sahara escúchame, lo que sea que necesites por favor llámame, estoy para ti.

Solo faltaban lágrimas para ponerle la cereza al pastel.

— Alba, quiero, me gustaría presentarte a Laila, me refiero oficialmente, no solo hablarte de ella en una llamada por teléfono. — Los nervios de la menor la hacían temblar como perro chihuahua.

— Ya sé que es tu novia, no tienes que asustarte. — Le susurró al oido para dejarla un poco más tranquila.

Y ahí estaba, presentándose con un pantalón de mezclilla roto y una playera negra. Tan nerviosa como su novia, esperando a ser presentada y por supuesto que no la rechazan.

— H-hola, mucho gusto, Sahara me habló de ti. — Comenzó, torpe, estaba ansiosa, al no obtener una respuesta de Alba, ninguna en absoluto se envalentonó. Cambiar no significaba perder su personalidad retadora. — Y si, soy la novia de Sahara y solo quiero decir que no importa que opines, nosotras no nos separaremos por ideas homofóbicas que puedas tener.

Pero seguía sin haber respuesta alguna, su rostro parecía esculpido para permanecer así toda la eternidad. Fue tan notoria la ausencia de respuesta que incluso la familia de Laila también se asustó pues no querían que hubiera una pelea en aquel momento.

En realidad Alba solo estaba intentando procesar lo que pasaba, como debía actuar, que debía decir y luego la notó tan delgada, seguro que seguía en recuperación, eso la había hecho perder mucha masa muscular, y a pesar de todo eso seguía siendo la persona más fuerte que conocía. Cientos de años por la oportunidad de volver a ver al amor de su vida, pff estaba cansada de pensar en eso cada vez que la veía, solo le ponía la piel de gallina.

— Es un placer. — Respondió Alba después de unos buenos segundos de lapsus cerebral. Extendió su mano con firmeza, como si de cerrar un negocio se tratara y esperó ser correspondida, solo para que en el momento que sintió la mano de Laila sobre la suya atraerla con fuerza a su cuerpo y abrazarla tan fuerte como los músculos de un científico rata de laboratorio le permitirán. — Un verdadero placer Laila.

Sahara miró a su novia, estaba sorprendida por el abrazo pero aún más por las lágrimas en los ojos de aquella luchadora que sin saber muy bien porque sintió como su corazón lo necesitaba.

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"La reconocida Sahara Gutiérrez, pintora y diseñadora se presentó hoy frente al concejo de la universidad Royal College of Art,  y la prensa para recibir un reconocimiento por su destacada participación en diferentes protestas sociales demandando reformas en las leyes que permitan a las personas ser libres de ser quienes son. "No hay que tener miedo, no hay que permitir que se nos pise, que se nos nieguen nuestros derechos porque en nuestras venas corre la misma sangre que en las suyas." Sus palabras y la difusión de sus obras las cuales visibilizan las protestas del colectivo lgbtiq+ y normalizan tanto la identidad de las personas como su sexualidad dieron la vuelta al mundo logrando un cambio en el pensamiento colectivo, sin duda un ejemplo de la lucha y la supervivencia, un cambio en el mundo"

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Holaaaaaaaa ¿Qué tal? ¿Todo bien? Pues espero que sí. Y heme aquí una vez más, terminado una historia más y despidiéndome de ella con un pequeño discurso mío de mí.

En verdad espero que "El castigo" les haya gustado, sé que puede no ser lo que esperaban (O tal vez si pero yo que sé) pero es verdad que muchas veces prefiero escribir cosas distintas, o medianamente distintas intentando cambiar mi enfoque. Puede que la temática sea un poco cliché pero cuando la pensé en verdad me dieron ganas de escribir y al final eso es lo que me mueve a hacer las cosas.

Mil millones de gracias por haber leído hasta aquí y seguir la historia de Hela, Alba y Sahara, en verdad no saben lo agradecida que estoy, no hay palabras suficientes.

Cualquier duda, pregunta, sugerencia sobre la historia, sobre los personajes, incluso sobre mi es bien recibida siempre y sin nada más que decir.

Paz. AMAT.

El Castigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora