Cada respiración de Sahara parecía cargar con el oxígeno del mundo entero en sus pulmones, eran tan pausadas y lentas, como si le costara respirar. Normal después de haber llorado un par de horas en la habitación de su hermana mientras que esta estaba en la sala intentando pensar en cada posibilidad que hubiera olvidado su equipo, cualquier cosa que la ayudara a salvar a su amiga. Si los dioses ahora les habían dado tres días para encontrar la cura del cáncer y que Hela pudiera volver así que seguro que era posible.
— No te preocupes tanto si no lo logras. —La tranquilizó la ángel intentando asumir que probablemente moriría, más bien, desaparecería de una vez por todas.
En el fondo estaba desesperada, quería gritar tan fuerte que sus cuerdas vocales se destrozaran y así quizá volver a sentir dolor.
— No lo harás, no lo permitiré.
— Alba, basta, tienes que dormir, si no descansas menos podrás resolver esto.
— Aún estoy bien.
— ¡Alba escúchame! Planee un millón de resultados posibles, en verdad, en tanto tiempo que estuve sola me imaginé muchos escenarios, incluso que me quitaran tanto tiempo pero, pensé que tendrías una investigación mucho más adelantada, creí que si algo así me pasara al menos me gustaría poder despedirme de mis padres y de Sahara.
— ¿Despedirte?
— Bueno, desaparecer es bastante aterrador así que al menos me gustaría quedarme con un buen recuerdo en las memorias de los que quiero.
Hela se sentó junto a Alba en la mesa, tomó un lápiz que estaba por ahí y con algunas hojas blancas que Alba utilizaba para desarrollar algunas ideas comenzó a escribir unas cuantas cartas.
Para Luz. Ella era su hermanita menor, la pequeña babé a la que alguna vez había tenido que cambiarle el pañal, ese no era un recuerdo grato pero de todas maneras la adoraba, su carta era solo para que no se sintiera triste, su hermana mayor siempre la cuidaría... prefería una mentira piadosa que una horrible realidad para una niña pequeña.
Para María. Su hermanita mayor, solo quería darle ánimos para que siguiera, que jamás se atreviera a seguir sus pasos a pesar de que sabía que la admiraba mucho, solo le pedía que fuera alguien grande, no famosa, no rica, alguien grande que siempre se esforzara por cumplir sus metas.
Para mamá. Era triste, le debía tantas cosas, pidió perdón por preocuparla siempre, pero le agradeció tanto que la soportara, que le diera a las mejores hermanitas del mundo, por ser siempre amorosa con ella y recibirla a pesar de sus errores y sobre todo por sus deliciosas comidas que ahora extrañaba tanto que mataría por un plato de su sopa.
Para papá. Sin duda que esa fue la más difícil de todas, seguro que era un record a la mayor cantidad de disculpas escritas en la menor cantidad de especio, le debía tanto a ese hombre, no a su padre biológico, él había sido una mierda, un hombre malo que abusaba de su madre y de ella misma dándoles palizas cada que se le antojaba pero su verdadero padre, ese hombre con el que no compartía sangre pero todas las tardes la ayudaba con sus tareas y quien le invitó su primera cerveza, como era posible que alguien tan bueno como él hubiera tenido que soportar a una completa estúpida como lo era ella misma, sin duda de quien más se arrepentía de despedirse para siempre sin poder darle un abrazo.
Para Sahara. Era una carta muy importante pero más que melosa o romántica era una confesión, tenía que contarle que había sucedido, porque había desaparecido, no se permitiría desaparecer sin decirle la verdad y que la hermosa chica que había sido su novia pero sobre todos su salvavidas pensara que una estúpida solo la había abandonado.
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El Castigo.
Romansa¿Me escuchas? El sonido resonaba por toda las paredes de la cabeza de... ¿Quién era ella? Despertar de esa manera debería de ser la más aterradora que se pueda imaginar cualquiera pues ese es el momento en el que te des cuenta que tu vida está a pu...