No podía dormir por la sencilla razón de que no tenía la capacidad de hacerlo, esa era una de los muchos castigos que tenía asignados por aquellos tres dioses que en el fondo detestaba.
Notó que el silencio en la habitación de Alba, era abrumador y de alguna forma reconfortante para ella, estaba bastante acostumbrada y era un momento de paz que adoraba, en vida le hubiera gustado experimentar más seguido pero no lo merecía, no mientras no terminara con todo aquello. Tomó la tableta que encontró sobre la mesa de noche para usarla y poder escuchar un poco de música, quizá eso la relajaría lo suficiente como para dejarla meditar. Intentó recordar alguna canción que le gustara, una vez más, nada, tenía una melodía en la cabeza pero no se atrevería siquiera a intentar recordarla, era una canción que no le pertenecía a ella, no se podía permitir escucharla de nuevo si estaba sola. En realidad no se permitía hacer muchas cosas si lo pensaba con detenimiento.
Terminó escuchando ruido blanco, un fondo de tormenta no estaba tan mal.
— ¿Cuándo piensas trabajar?
Hela abrió el ojo derecho solo para avisar que en realidad prestaba atención a la posible conversación.
— Eso es lo que hago.
— Yo solo te veo recostada.
— Si Alba está dormida no puedo hacer nada para ayudarla. —Quitando la importancia que debería ser tener a un dios frente a ella cerró los ojos con la esperanza de que así la dejaran en paz.
— Tu primer día fue un desastre, por lo regular con la ayuda de un ángel las personas recuperan la memoria en cuestión de una semana, contigo serán meses.
— Bueno, entonces tardaré un poco más de nuestro acuerdo.
— Hela. —Sentenció con firmeza dejando claro que debía prestar atención. — Sabes bien que no hay tiempo para esto.
— Si claro, 38 días para cambiar el mundo ¿O cómo era eso? ¿Para traer algo especial?
— Si estás aquí en este momento es porque creo en ti, confío en lo que vi cuando leí tu corazón ¿Por qué te saboteas a ti misma?
— The One, tú eres un ser con capacidades divinas, lo puedes saber todo ¿Por qué me preguntas algo que bien sabes? Estoy aterrada.
— Pero pasaste cada fase del castigo, comprendiste tus acciones y ahora tienes el chance de volver, nada debería aterrarte.
Sí, claro que Hela estaba aterrada pero también se negaba a ayudar a Alba por una simple idea irracional que tenía bien marcada en su pecho, nada nuevo en realidad.
— Recapacita o tendrás encima a mis hermanos todo el tiempo.
— Mierda no, diles que se alejen. — Habló exaltada pero para cuando se levantó de la cama The One ya se había ido.
Quizá por instinto o como un deseo desesperado de su corazón por sentir algo más colocó su dedo índice sobre su labio superior justo sobre la cicatriz que marcaba su rostro.
Ya no importaban los cientos de años que había pasado en su castigo, esos 38 días solo eran migas comparándolo, no cumpliría su misión, no a la que había sido asignada, solo seguiría su corazón y cuando supiera que todo estaba bien se iría llena de paz.
El reloj marcaba pasadas las dos de la mañana, cinco horas y tendría que volver a interactuar con Alba. Entonces se encargaría de dejar constancia de lo que sentía en ese momento escrito en papel para cuando fuera el momento indicado.
— ¡No puedo creerlo! ¿Cómo fuiste tan estúpida como para hacer algo así?
— Papá yo...
Aquél hombre que ni siquiera era su padre arremetió con fuerza acertando el golpe responsable de romperle el labio, no era una de esas heridas bonitas que se retratan en las películas, las que solo parecen una línea pintada, esta era una herida que parecía un tijeretazo dejando una imagen poco agradable y mucha sangre en su camino.
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El Castigo.
Romance¿Me escuchas? El sonido resonaba por toda las paredes de la cabeza de... ¿Quién era ella? Despertar de esa manera debería de ser la más aterradora que se pueda imaginar cualquiera pues ese es el momento en el que te des cuenta que tu vida está a pu...