— ¿Y sabes donde vive Sahara?
— Bueno, espero saberlo.
— Eso no me da muchos ánimos.
—Es difícil de explicar. — Hela se extendió lo más que pudo estando boca abajo en el asiento trasero del auto usando sus alas para cubrirse del sol.
— Difícil ¿A qué te refieres?
— Pues... en teoría, y si todo salió bien unos días antes de desaparecer yo... nosotras debíamos habernos mudado juntas, digo, era más barato si las dos colaborábamos y la ubicación era mejor pero en realidad no sé si al final decidió mudarse.
— Confiere en que lo hizo.
— Yo espero que lo hiciera, el lugar era hermoso, ah, gira aquí a la derecha.
— Y suponiendo que no viva en donde sea que estemos yendo — Preguntó Alba sin despegar la mirada del camino. — ¿Sabes cuál es su otra casa?
— Oh, claro, eso también lo sé.
Estaba despistada, era claro, le asustaba ver su posible hogar, sin ella, prefería solo comportarse como una marioneta para alejarse de su realidad, estaba en modo automático.
— Ahora pareces un oso de felpa, tan dulce y simple ¿Qué pasa contigo? Me canso intentando entenderte.
— Yo también estoy cansada, sueño con poder dormir.
— Eso es un tanto irónico. — Se burló.
Alba estaba muy decidida a arreglar lo que había hecho, por lo menos esperaba que su hermana no estuviera enojada con ella, por eso se había propuesto no decir estupideces e intentar no recordar nada nuevo para no tener esa explosión de emociones y volver a cometer una tontería, además sabía que esa visita podía ser la confirmación absoluta de que Hela en verdad quería ayudarla o si solo la estaba usando, se sentí sucia al pensar algo como eso después de todo lo que Hela le había contado pero si no lo comprobaba se sentiría peor.
Esas eran sus grandes metas del día pero tampoco podía desaprovechar la situación en la que estaba Hela, a pesar de su compañerismo sabía que ese era el momento perfecto para preguntar todas sus dudas, para recolectar toda esa información que ansiaba saber, sobre la misión y sobre los dioses pero ¿En realidad le haría eso a una persona indefensa? Bueno, si consideraba que por el momento Hela parecía no entender que le sucedía. Claro que Hela había aprovechado cuando ella había estado ebria pero, no eran iguales, no podían serlo.
— Hela. —Habló con timidez.
— ¿Sí?
— ¿En realidad eras humana?
— Claro que no... pero si fui. — Esa era difícil de asimilar.
— ¿Y no te molesta?
— ¿Molestar? ¿Qué? ¿No ser humana? Eso está bien casi siempre.
— Me refería a si no te molesta saber que moriste.
— Morir... ¿Quién dijo que estoy muerta? —Y esa si era una sorpresa.
— Espera ¿Qué quiere decir eso?
— Llegamos. — Hela continuó ignorando a Alba por completo.
Hela salió del auto y caminó arrastrando los pies como si le pesaran, como si no flotara todo el tiempo, pero considerando el día que llevaba verla caminar ya no sorprendía pero seguía siendo gracioso.
— ¿Este edificio?
— Si, debe ser el departamento 8.
— Antes de llegar ¿Podrías decirme a que te refrías con no estar muerta?
ESTÁS LEYENDO
El Castigo.
Romansa¿Me escuchas? El sonido resonaba por toda las paredes de la cabeza de... ¿Quién era ella? Despertar de esa manera debería de ser la más aterradora que se pueda imaginar cualquiera pues ese es el momento en el que te des cuenta que tu vida está a pu...