Time After Time

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— ¿Sahara sabes si hoy vendrá Laila? —Preguntó un compañero de la chica en uno de sus ensayos.

— No estoy muy segura, no me ha contestado las llamadas estos días.

Eso la ponía triste, por mucho que hubiera tratado evitar cualquier encaprichamiento tonto de una chica que no conocía, el verla casi todos los días por un mes, verla cantar y tocar la guitarra al terminar los ensayos de su pequeña e improvisada sinfónica alegrando el día de más de uno en esa sala la enamoraba un poco más.

— ¿Pelearon? — Preguntó el chico intentando no sonar como un completo idiota.

— No, ella me dijo que volvería mañana pero eso hace casi una semana.

— Bueno, espero que pronto sepas algo de ella. — Se despidió, levantó su viola y con una última sonrisa salió dejando sola a Sahara.

¿Había hecho algo mal? ¿Y si había notado que le gustaba? Si era eso se sentiría terrible, no quería que algo así le sucediera y la única vez que se había descuidado al mostrar sus emociones las cosas se habían ido al infierno.

Con el rabillo del ojo vio su violín aún en la mesa, ya tenía muchas cosas de que preocuparse con el concurso, ni siquiera había terminado la estúpida pintura, sí, eso era lo mejor, concentrarse en su trabajo y olvidar todo lo demás. Tomó el violín y sin usar ninguna partitura comenzó a tocar la primera canción que vino a su corazón en ese momento para libere así de alguna forma todo lo que sentía.

— Then you say "go slow" I fall behind. — La voz cantando detrás de ella la hizo saltar sintiendo que su corazón se saldría.

— Pero no te detengas, esa canción es muy bonita. —Aseguró Laila con una sonrisa tímida.

— Por Dios ¿Estás bien? Pensé que algo malo te había pasado. — Su pregunta estaba llena de vida pues su preocupación era sincera.

— Oh, lo siento, creo que debí ser más inteligente con eso, vendí mi teléfono y no tenía como contactarte.

Sahara quería contestarle algo, reclamarle todo esos suspiros tontos que habían escapado desde lo más profundo de su pecho preguntándose si estaba bien o si había hecho algo mal pero solo pudo abrazarla. Laila sintió ese contacto tan distinto a cualquiera que hubiera recibido en la vida, no era un abrazo familiar, este era cálido y dulce y quería más.

— ¿Qué te pasa? Hoy estás muy amorosa, esa canción y ahora esto. — Se burló, no sabía otra manera de demostrar su amor a decir verdad.

— Cállate por un segundo quieres.

Laila comenzó a reír por la actitud de Sahara pero no le molestó, le correspondió el abrazó y comenzó a tararear la tonada de la canción que ahora no salía de su mente.

— Pensé que estabas enojada conmigo.

— ¿Yo? Pero yo no suelo enojarme mucho. — Como si fuera un chiste decenas de flashbacks la atacaron de ella metiéndose en peleas por pequeñeces como que le habían roto por accidente una de las hojas de su libro.

— ¿Por qué no viniste a decirme algo antes?

— Bueno, encontré un trabajo así que mis horarios se fueron un poco al carajo.

Se separaron a su pesar pero si duraban un poco más así el abrazo nunca se podrían separar. Sahara analizó el rostro de Laila como si nunca la hubiera visto, ignoró todo lo demás, ella era la única importante en ese momento.

— Entonces eso es todo lo que has estado haciendo estos días ¿Trabajar?

— Si, necesitaba dinero si no quería morir de hambre, además mi amigo necesita que me vaya de su departamento lo más pronto posible, necesitaba el dinero urgentemente, por eso vendí el teléfono, bueno, eso y una cosa más.

El Castigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora