Estoy confundida

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— Traje algo de comida Sahara. —Anunció Alba al entrar.

— Déjalo en la mesa.

— En realidad me gustaría que comiéramos juntas, sin discutir ni nada de eso, además, ahora sabes que nos escuchan entones fungiré como tu interprete ¿Qué te parece?

— Estoy... ocupada.

— Anda, hazlo por mí. — Eso no era el mejor incentivo de todos si lo pensaba bien. — Por Laila, mejor hazlo por ella que está ansiosa de estar contigo.

Sahara asomó su cabeza desde el segundo piso dejando caer su cabello como una cascada.

— Estoy un poco confundida con todo, creo que me gustaría un poco de tiempo.

Hela al sentirse impotente subió a la habitación, sabía que Sahara no bajaría pero ella en verdad quería verla. La contempló mientras terminaba su pintura, podía verla tan concentrada, tan pura, se notaba que ella en verdad amaba a Sahara, a sus ojos era una princesa que por algún motivo misterioso se había enamorado de una plebeya, si no ¿Cómo una persona tan trabajadora, atractiva y perfecta se había fijado en una chica con problemas de ira y poco racional que le gustaba pelear?

Seguro que los dioses habían tenido que ver en algo para aquello.

— Sahara — Gritó una vez más Alba. — Anda, baja para que podamos hablar.

— No quiero estar donde esté Laila en este momento. —Claro, si es que en verdad estaba, no podía estarlo se repetía, había llegado a la negación.

— Pues ella está contigo desde que llegamos así que creo que dará lo mismo si bajas o no.

Con ella, eso era aterrador y hermoso en partes iguales, quería pensar que en realidad era así. Se recostó en su cama dejando de lado la pintura por un momento, observó el techo analizándolo como si fuera una hermosa constelación.

— ¿Si estás aquí? ¿Estás conmigo ahora?

Hela deseaba con toda su alma poder hablarle, en cambio solo la observaba con ternura, se había recostado en la cama para que sus cuerpos estuvieran juntos de alguna manera.

— ¿Qué es todo esto? Estoy cansada en verdad y tú solo te apareces... o no, de esta manera ¿Por qué no solo vuelves? Tu papá viene cada semana para saber si tengo cualquier tipo de información, está igual de desesperado que yo ¿Debería decirle que estás aquí?

No, Hela no quería que nadie supiera, ni siquiera ella pues comprendía todo el daño y confusión que esto le traería.

— Tus hermanas llegaron un día llorando, pensaban que te estabas escondiendo, así me di cuenta que no solo te habías ido unos días por la pelea, entendí que no estabas y me enojé tanto contigo porque pensé que eras una estúpida inmadura que había escapado. — Sahara tomó un momento para limpiarse las lágrimas antes de poder seguir. — Pero me enojé más conmigo por gritarte y pelear contigo.

— Todo está bien. — Murmuró como respuesta pues era lo único que podía pensar. — Lo juro.

— Siento que la cama está más fría de lo normal ¿Es porque estás en ella?

El frio, eso era cosa de los muertos, un ser que no tenía vida más allá de un títere, un muñeco relleno de algo y bañado en recuerdos que fungía como su cuerpo hasta que no cumpliera su misión. Ella no quería saber que estaba fría porque entonces si estaba muerta y era algo que no podía concederse después de todo lo que estaba pasando para regresar con Sahara, no podía permitirse creer que los dioses la habían engañado para hacerla trabajar.

El Castigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora