Familia

107 18 1
                                    


Salir del departamento de Sahara se sentía mal, parecía que se estaban desprendiendo de una parte de su persona, un pedacito de su cuerpo quedaba atrapado entre esas paredes.

— No deberías dejarla llorando. — Reclamó Hela.

— Necesita su especio, siempre fue así, ella lloraba y yo la dejaba hacerlo.

— Y mírate ahora, ella está enojada contigo.

Tal vez Hela tenía razón, no debía irse pero sentía que era lo correcto, de alguna manera sus recuerdos comenzaban a guiarla sobre sus acciones.

— Volveré más tarde cuando esté un poco mejor.

— ¿Entonces a dónde vamos?

¿Podría solucionar las cosas con comida? ¿No sería eso un chantaje? No lo sabía pero cada vez que estaba triste se refugiaba en la comida, sí, eso era, ahora recordaba lo doloroso que podía ser no tener dinero para pagar su comida.

Bajaron al auto sin decir una palabra más, no había que decir, solo debían procesar las cosas.

— Espera un segundo.

— ¿Qué sucede?

— ¿Tú no te mudarías con mi hermana?

— Si, ese era el plan ¿Qué tiene?

— En ese departamento solo hay una habitación.

No creía que Alba pudiera ser tan lenta, no era posible que después de ver aquello alguien fuera tan estúpido pensó Hela sin remordimiento de hablar mal de alguien a quien ahora consideraba cercana.

— ¿Crees que somos amigas? Me refiero, ella y yo.

— Creí que eran importantes para la otra, no pensé más.

— Alba, tu hermana y yo somos novias, creí que era bastante obvio. — Hela bufó cansada antes de mirarla a los ojos. — Ese es otro motivo por el que tienes problemas con tu hermana, cuando intentó hablar contigo sobre mi tú simplemente la rechazaste y dejaste de contrastar sus llamadas.

— No puedo ser así, a mí no me importa si ella es lesbiana, no me importa que nadie lo sea en realidad.

— Entonces tendrás que hablar con ella porque eso fue lo último por lo que lloró antes de que yo... — Y no pudo terminar su oración.

— ¿Qué carajo me sucedía? —Se lamentó mientras encendía el auto para irse.

Al avanzar entre las calles sentía una fuerte presión en el pecho, en su cabeza, parecía que una vez más los recuerdos estaban regresando pero no era Alba quien se sentía mal esta vez. Hela solo agradecía de alguna manera el poder sentir algo más que no fuera la nada pero en ese momento hasta el menor roce parecía estarla cortando y no quería sentirse así, no podía tolerarlo porque su cuerpo ya no estaba acostumbrado. Veía las ventanas del auto intentando en un intento inútil distraer su atención con otra cosa pero nada funcionaba.

— ¿Puedes comer si nadie te está viendo? — Preguntó Alba. — ¿O quieres comer siquiera?

— No quiero. — Dijo como pudo.

— Bien, entonces solo compraré para Sahara y para mí, aun así creo que deberías venir si no quieres aparecer a mi lado en un rato.

— ¿Podrías darme solo un momento?

— ¿Estás bien?  — Para cuando lo notó, Hela ya parecía estar rondando el noveno circulo del infierno.

— ¿No preferirías comer en otro lado?

El Castigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora