Soulmate| jjk. ✓

𝚍𝚘𝚌𝚎

JungKook estaba completamente concentrado viendo el perfecto perfil que Valery tenía, y las vistas que le otorgaba al tener tan expuesto ese blanco cuello que moría por marcar para que sea solo suya. Ella tenía los ojos cerrados, su nariz y mejillas estaban algo rojas, los labios entreabiertos y algo brillantes porque la dueña pasaba la lengua constantemente al sentirlos secos. El licántropo la admiraba atentamente, y se sentía afortunado de que alguien como ella sea su alma gemela. Todas las mujeres siempre le parecieron atractivas, tenían una belleza que solo Afrodita podía darles, pero Valery sin duda le ganaba a todas, era una mujer que seguramente entraba a algún lugar y se robaba las miradas, y que habrá dejado muchos corazones rotos a lo largo de su eternidad, cosa que por un lado ponía celoso a JungKook, porque todos veían lo preciosa que era, pero por el otro lado sabía que él era el ganador porque fue escogido para ser su alma gemela, el único hombre que podía tocarla y apreciarla día y noche.

Miró hacia abajo, esperando la confirmación de Valery para llevarla a algún lugar y hacerla suya, cuando se dió cuenta del gran bulto que escondía su pantalón, y se sintió algo avergonzado por excitarse tan rápidamente, pero la verdad es que lo olvidó al instante, cuando a un hombre le gustaba una mujer no había nada que pudiera hacer para controlar su cuerpo, aquella parte tomaba vida propia y despertaba cuando quisiera, ni siquiera tenía que estar recibiendo, o entregando, algún acto sexual que estaba listo para usarlo. Observó que las manos de Valery estaban hechas puños, guardando parte de su vestido dentro de ellos, y sonrió ladinamente al pensar que ella estaba en la misma situación.

Bajó la cabeza para apoyarla en su vientre bajo, ganando un gemido de sorpresa de la pelinegra que no se esperaba ese movimiento del licántropo. JungKook olfateó y se percató de las feromonas que soltaba ella, haciéndole saber que se estaba lubricando naturalmente de una manera perfecta. Dejó su mente volar, imaginando que tan bien podía verse la vampira desde esa perspectiva, y que tan lindos serían sus gemidos, hasta que sintió la mirada de otra persona y murmuró una maldición que ella no escuchó por estar más concentrada en sus nervios por ser la primera vez que estaba en una situación así. Joder, 2507 años y era la primera vez que le besaban el cuello, nunca se sintió tan humillada.

Valery también estaba tan perdida en su imaginación que no se daba cuenta de nada a su al rededor, por primera vez pensaba en algo más allá de darse un beso con una persona, y por primera vez quería ser tocada. Se había besado algunas veces con unos vampiros, pero nunca llegaba a nada más, ya sea porque el lugar no era el correcto, porque ella se ponía nerviosa, o simplemente porque no le provocaban nada como para ir a un lugar más íntimo. Estaba nerviosa, obvio que sí, con solo unos besos en el cuello la hizo tener sensaciones que nunca antes experimentó, incluso sentía que su corazón latía desenfrenado, a pesar de que, por ser un vampiro eterno, su corazón no latía, solo era un órgano más en el interior de su cuerpo. No quería arruinarlo con JungKook, porque estaban destinados, por ende iban a verse toda la vida, y si ella pasaba vergüenza no podría ocultarse para siempre, pero tampoco es que ella pudiera controlar la situación, a veces sucedían cosas vergonzosas en el medio del acto que simplemente quedaban para la anécdota y ya. Si estaba con la persona adecuada, como mucho podrían reír juntos y continuar con lo suyo, no había nada más íntimo que compartir momentos así con una pareja.

Jeon miró detrás de la valla, que había un lobo de pelaje marrón oscuro mirándolos atentamente y con fastidio. Tragó saliva al instante al darse cuenta de quién se trataba, a su vez quería asesinarlo por interrumpir lo que probablemente hubiera sido su primera unión con su mate. Definitivamente, iba a matarlo, odiaba que arruinen sus planes, y más cuando se trataba de su alma gemela, porque Valery era más dura que una pared para poder atravesar, y ahora que lo estaba consiguiendo, que quizás ella aceptaba pasar a algo más, dudaba que fueran a tener sexo en el medio de la intemperie, pero por lo menos darse sus primeros besos.