Soulmate| jjk. ✓

𝚌𝚞𝚊𝚛𝚎𝚗𝚝𝚊 𝚢 𝚜𝚎𝚒𝚜

La señora Jeon se quedó estática, no sabía qué palabras decir y eso que era la segunda vez que un hijo suyo le decía que sería abuela. Veía como su hijo mayor mordía su labio inferior y jugaba con sus dedos, totalmente nervioso, suponía que tenía miedo de la reacción de su madre, pues cuando Rieka le comentó de su embarazo estuvieron casi dos semanas sin hablar, y eso que las dos mujeres de la casa son muy unidas. Terminó suspirando, pensando en qué palabras decirle a su hijo porque sabe que es sensible, además de que no quiere cometer el mismo error dos veces.

La mayor pensaba que les había pasado una clase de maldición a sus hijos, porque ella a todos los tuvo siendo joven, y ahora dos de sus hijos cumplían sus mismos pasos, esperaba que el tercero sea un poco más consciente y por lo menos tenga familia pasando sus 25 años. La situación de JungKook, y anteriormente de Rieka, la recordaban a ella cuando le contó a su madre de su primer embarazo, lo muy fuerte que pelearon y lo mucho que se odió, llegando a considerar la idea de abortar o hasta suicidarse.

Tomó las manos del castaño y habló después de suspirar.

⎯ Quiero creer que te harás cargo de ese bebé.

⎯ Obvio ma, es mi hijo.⎯ respondió al instante.

⎯ Ay Jeongguk.⎯ suspiró nuevamente.⎯ Tienes 17 años, eres un niño y ya cuidarás de otro..

⎯ Cumpliré 18 en unos meses mamá.

⎯ Sí pero..⎯ sigues siendo un bebé. Quiso decir, mas sabía que su hijo se pondría loco si la escuchaba decir aquello, así que simplemente guardó silencio.⎯ con una vampira, Gguk.

No estaba decepcionada de su hijo, en realidad, no sabía ni qué sentía. Tal vez era algo que lo suponía, siempre que JungKook no estaba en la casa era porque se había cruzado al otro lado, y cuando dió sus primeros pasos los dió en aquella dirección, la reina Keila siempre lo tomaba en brazos y él no se quejaba ni tenía miedo, como los demás niños. Todo estaba conectado, el futuro de JungKook estaba más que escrito y con una tinta imborrable; su destino era estar con una vampira.

El miedo de toda madre licántropo era que sus hijos se enamoren de algún vampiro o vampira, y ahora que la señora Jeon había sido la desafortunada, no sabía qué reacción tener. No lo iba a regañar, si la madre luna lo quiso así por algo era, pero su instinto de madre le decía que saque a su hijo de ahí, que lo ayude antes de que sea tarde, y no sabía si precisamente era por la vampira o por las circunstancias externas. Prefería pensar que tenía ese instinto por lo que había pasado con NiNa Jeon y Valentino Park, pero a decir verdad, no quería que su hijo tenga el mismo futuro que su bisabuela.

⎯ Es mi alma gemela, mamá.⎯ comentó con una sonrisa de enamorado, la misma que ponía su madre cuando hablaba de su padre.⎯ Y no tienes que temer, es muy buena, amable, y conmigo es dulce.

⎯ Respóndeme algo, ¿Es la princesa...vampira?⎯ dijo con dificultad, de solo decirlo un escalofrío corría por su columna vertical.

Nunca pudo olvidar de su mente como una chica joven estaba detrás de un árbol viendo a su hijo cuando venía en los brazos de la reina Keila. Aquella que siempre se escondía y cuando JungKook la encontraba no sabía cómo reaccionar, hasta que finalmente después de meses comenzó a ceder y jugaba con él a las escondidas. La señora Jeon vigilaba a su hijo de lejos, notando que la vampira nunca hacía que el cachorro de solo cuatro años pase más allá del límite. Lo dejaba en la zona que nunca circulaban vampiros, para cuidar de él indirectamente.

Después de la guerra, dejó de ver a la vampira, suponía que estaba de duelo por la muerte de sus padres, porque no podía negar el increíble parecido que tenía con la reina Keila, así que no fue muy difícil saber que era su hija. Hasta que años después, cuando pensó que todo lo relacionado a los vampiros había salido de su vida, y los recuerdos de JungKook con aquellos seres solo quedaron en su memoria, la chica vino a su casa a tocarle la puerta.