Cáliz de fuego

2.4K 331 22
                                    

—Como todos saben, en el Torneo compiten tres campeones — decía Dumbledore con tranquilidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Como todos saben, en el Torneo compiten tres campeones — decía Dumbledore con tranquilidad. Hacía ya un rato que los representantes de Beauxbatons y Drumstrang habían llegado. Ahora mismo los alumnos de las tres escuelas estaban oyendo el "interesantísimo" discurso del director de Hogwarts.

— uno por cada colegio participante. — continúo Dumbledore— Se puntuará la perfección con que lleven a cabo cada una de las pruebas y el campeón que después de la tercera tarea haya obtenido la puntuación más alta se alzará con la Copa de los tres magos. Los campeones serán elegidos por un juez imparcial: el cáliz de fuego.

Dumbledore sacó la varita mágica y golpeó con ella tres veces en la parte superior del cofre. La tapa se levantó lentamente con un crujido. Dumbledore introdujo una mano para sacar un gran cáliz de madera toscamente tallada, estaba lleno hasta el borde de unas temblorosas llamas de color blanco azulado.
Dumbledore cerró el cofre y con cuidado colocó el cáliz sobre la tapa, para que todos los presentes pudieran verlo bien.
—Todo el que quiera proponerse para campeón tiene que escribir su nombre y el de su colegio en un trozo de pergamino con letra bien clara, y echarlo al cáliz —explicó —. Los aspirantes a campeones disponen de veinticuatro horas para hacerlo. Mañana, festividad de Halloween, por la noche, el cáliz nos devolverá los nombres de los tres campeones a los que haya considerado más dignos de representar a sus colegios. Esta misma noche el cáliz quedará expuesto en el vestíbulo, accesible a todos aquellos que quieran competir.

»Para asegurarme de que ningún estudiante menor de edad sucumbe a la tentación —prosiguió Dumbledore—, trazaré una raya de edad alrededor del cáliz de fuego una vez que... — las palabras de Dumbledore dejaron de ser nítidas para Penélope, que se había quedado dormida apoyada en el hombro de Theodore.

— Pansy... Pansy
La pelinegra se movió un poco a la mención.

—¡Parkinson! — llamó repentinamente Blaise de forma escandalosa.

—¡¿Qué mierda quieres?! —dijo ella con ojos chispeantes y tono de voz molesto.

—Solo quería despertarte — se victimizo él.

La pelinegra pareció captar un poco dónde se encontraba, sus mejillas enrojecieron y sus labios se contrajeron al tiempo que bajaba un poco la mirada avergonzada. Tanto para Blaise como para Theodore fue una vista tierna, el moreno habría pellizcado los cachetes de la chica de no ser claro porque si lo hacía corría el riesgo de perder la mano.

— Bueno, ¿ustedes piensan quedarse aquí o qué? — habló Draco, rompiendo por completo la atmósfera que se había formado anteriormente.

Como al día siguiente era sábado, lo normal habría sido que la mayoría de los alumnos bajaran tarde a desayunar. Sin embargo, Pansy, Theo y Blaise no fueron los únicos que se levantaron mucho antes de lo habitual en días de fiesta. Al bajar al vestíbulo vieron a unas veinte personas agrupadas allí, algunas comiendo tostadas, y todas contemplando el cáliz de fuego. Lo habían colocado en el centro del vestíbulo, encima del taburete sobre el que se ponía el Sombrero Seleccionador. En el suelo, a su alrededor, una fina línea de color dorado formaba un círculo de tres metros de radio.

—¿Ya ha dejado alguien su nombre? —le preguntó Blaise a una de tercero.

Slytherin PrincessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora