hexasílabo

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Una hermosa voz recitando versos angelicales inundaba el humilde hogar situado en uno de los barrios que componían el pueblo. Su voz era única y era capaz de transformar el dolor en alegría, de evaporar todo el sufrimiento. 

Se trataba de Na Jaemin, quien como llevaba haciendo desde que Minhyung llegó a su vida, estaba cocinando algunos alimentos mientras memorizaba las nuevas canciones que su mente creaba. Por otro lado, el menor de ambos recién abría los ojos para comenzar un nuevo día. 

Se levantó con una visión aún borrosa y se dirigió a la pequeña cocina para ingerir las delicias que su padre adoptivo había preparado. No podían permitirse el lujo de comer exquisiteces, pero jamás les faltaría la comida en la mesa. Así lo juró el bardo.

–Al fin despertáis jovencito, ¿vos no conocéis tan importantes palabras que dicen así?–tomó un poco de aire para evitar reír–a quien madruga, Dios le ayuda.

–Padre, os pido humildemente que jamáis abandonéis vuestra vida de bardo–bostezó–os irá mucho mejor. 

–Huraño inclusive en los brazos de Morfeo, despertad de una vez si no queréis perderos las nuevas frescas. Os aseguro que la felicidad rebosará de vos cuando las sepáis.–dijo mientras colocaba uno de los platos delante del joven y se sentaba a su lado, sonriendo. 

–¿De qué se tratan, padre? ¿Acaso ocurrió un infortunito acontecimiento que beneficie a la minoría? 

–Vos sabéis que en unos días ocurrirá oficialmente la gran ceremonia anual en el castillo real–Minhyung asintió–Sois uno de los invitados, debéis recitar vuestros poemas junto a prestigiosos dramaturgos. 

Minhyung se ahogó por un instante, ¿había sido invitado a la celebración como dramaturgo y no como un simple humano de la plebe? 

–¿Qué dijisteis padre? ¿A qué se debe tal honor?–rodó los ojos expulsando un suspiro pesado–Sabéis mejor que nadie el odio que habita en mí cuando de la familia real se trata. 

–No podéis faltar, hijo mío. Es bien sabido por mí el odio que reside en vos, mas es un honor para el dramaturgo que sois. 

–Lo haré por vos, padre. Mas tened en cuenta que jamás volveré a pisar tan horripilante lugar.

–Como gustéis. 

Sin embargo, las mentiras piadosas existían por un motivo y no serían las excepción entre dos individuos donde jamás flaqueó la confianza. Era cierto que ambos recibieron una invitación especial a la ceremonia, pero había un motivo más que cierto bardo ocultó y no debió hacerlo. 

Minhyung era un dramaturgo de gran prestigio, conocido por todos gracias a sus poesías y a la popularidad de su padre, tanto lo era que no había pasado desapercibido a ojos de los gobernantes.

Era verdad que no era la primer vez que era invitado a eventos, mas siempre los rechazaba porque odiaba con todas sus fuerzas las leyes y la forma de vida que dictaban correcta los bastardos que llevaban una corona en la cabeza. Pero esta vez no tuvo más remedio que aceptar, aún sin saber el motivo escondido tras la propuesta. Lástima MinHyung, este era el momento de esconderse y volver a la vida de agricultor.

Sin embargo, aún existía una incógnita que quedó sin respuesta: ¿por qué no se negó Na Jaemin? Quizá la forma correcta de formularlo sería por qué obligaron a Na Jaemin a aceptar. 

No había explicaciones en la carta que recibió, simplemente se trataba de una amenaza que no podía pasar por alto; era una boda o un hijo con la cabeza separada del cuerpo. A pesar de esto, Jaemin aún no entendía por qué querían casar a un joven dramaturgo sin propiedades, terrenos o alguna cosa de gran valor con una hermosa princesa hija de dos bastardos asquerosamente adinerados. 

Cierto era que el bardo no conocía gran parte del pasado de su ahora hijo, mas siempre se negaba a contarle más allá de lo que ya sabía. 

Minhyung nació en una pequeña casa a las afueras, teniendo a una madre costurera y a un padre agricultor. Cuando era todavía un niño aprendió todo lo que debía saber sobre agricultura, herrería, cocina e incluso un poco del oficio de su madre aunque estuviera considerado un trabajo solo de mujeres. Además, cuando el sol caía y dejaba paso a la desolada noche, Minhyung huía junto a su querido bardo para aprender el oficio que realmente adoraba. Al principio tan solo aprendió a leer y escribir, pero más tarde su amado bardo se daría cuenta que el joven poseía un don que pocos tenían. Aprendió música y poesía, hasta que pudo expresarse con libertad y comenzó a crear su propio arte.

Porque un artista siempre encontrará su camino para desplegar las alas.

Un día el querido niño apareció llorando ante Jaemin, desconsolado como nunca antes lo había visto. Este le confesó que su padre había descubierto su secreto y renegó de él; le amenazó con asesinarlo si no se alejaba de ese mundo. El bardo quedó perplejo, no hubiera imaginado que un agricultor, un don nadie que no conocía nada acerca de la música, no le permitiera a un individuo de su propia sangre ejercer en aquello que amaba.

Así que Minhyung tomó la cruel decisión que le abriría las puertas a un destino completamente diferente al que tenía en mente. Abandonó su hogar para huir junto a Jaemin y crecer, dentro de lo posible, feliz. 

Por suerte o por desgracia, el padre biológico de Minhyung no se opuso a la decisión que éste tomó y nunca salió a buscarlo allá donde hubiera decidido ir. No hubieron cartas ni encuentros esporádicos a pesar de que su popularidad era cada vez mayor, simplemente desaparecieron el uno para el otro y levantaron un muro invisible que los separaría hasta que el hado, si así lo quería, cruzara sus caminos de nuevo.

Nadie en el pueblo supo de dónde salió dicho joven, ni de quién era hijo. A ojos de la población era un extranjero que ahora era aprendiz del célebre bardo. 

Quizá no era tan descabellada la idea de vivir en las afueras. 

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poemas escritos bajo la lluvia | markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora