VARIOS AÑOS ANTES, JUSTO DESPUÉS DE LA MUERTE DE JISUNG
Lord Lee había cumplido su propósito tras asesinar cruelmente a un infante debido a su demencia sin fin. Le había arrebatado una segunda vida a Na Jaemin y no podía estar más feliz por ello. Juraría que disfrutaba ver el dolor ajeno.
Cuando el bardo se enteró de la tragedia todo su mundo volvió a caer a pedazos, esta vez creyendo que sería la última vez que podría levantarse. No obstante, apareció Minhyung para regalarle un vestigio de esperanza del cual se aferraría hasta no poder más.
Sin embargo, Lord Lee era el mismísimo Diablo hecho hombre y no dudaría en cometer un tercer pecado y arruinarle, de nuevo, la vida que tanto le estaba costando construir a Jaemin. No había un motivo en concreto que justificara el odio del rey hacia un simple bardo que soñaba con un hogar lleno de felicidad.
Podría decirse que, cuando tuvo la mala suerte de ver como aquella noche Eunji caía rendida en sus brazos y no en los suyos, algo en su interior se despertó. Juró arrebatarle todo atisbo de felicidad al hombre que le había robado su preciado juguete.
Porque para Lord Lee todos eran sus marionetas con las cuales podía jugar a su antojo. Le importaba lo más mínimo sus asquerosos sentimientos y no dudaría en ejecutarlos o venderlos con tal de garantizar su bienestar. Era un completo sádico.
Fue este el motivo que llevó al rey a planear un enrevesado plan que traería más desastres que ventajas, pero que le otorgaría la satisfacción que deseaba.
Heriría a Jaemin de la peor forma posible.
Su plan sufrió altibajos debido a la repentina muerte de Eunji, mas le impulsó a continuarlo al ver todo el sufrimiento que padecía el bardo al perder a una persona tan preciada. Su siguiente movimiento era claro: su próxima víctima sería Jisung, nombre otorgado al hijo que dio a luz Eunji y al que también consideraba como suyo a pesar de no ser cierto. Estaba corrompido por el sucio hombre que le arrebató a la fémina de sus brazos.
Debía ejecutar al engendro.
Y así lo hizo. Cuando pudo divisar el dolor de un padre a quien le habían arrebatado a su hijo su anhelo sádico aumentó desmesuradamente. Era el momento de ejecutar la jugada maestra.
Cuando el bardo se enteró de la tragedia todo su mundo volvió a caer a pedazos, esta vez creyendo que sería la última vez que podría levantarse. No obstante, apareció Minhyung para regalarle un vestigio de esperanza del cual se aferraría hasta no poder más.
Sin embargo, Lord Lee era el mismísimo Diablo hecho hombre y no dudaría en cometer un tercer pecado y arruinarle, de nuevo, la vida que tanto le estaba costando construir a Jaemin.
En ocasiones se extienden rumores imposibles de verificar y no dejan de ser realidades que no deseamos ver. Muchos de ellos son ciertos, mas la naturaleza humana se niega a creerlo para conservar la cabeza en su sitio.
Porque entre todas las falacias había una verdad: un antiguo rey habitaba entre los plebeyos. Poco se conoce sobre dicha historia, pues el padre de Lord Lee se negaba a compartir ésta información con un individuo al cual tuvo la desgracia de llamar hijo. Si bien era cierto que la noticia se extendió más de lo debido y el pequeño Lee pudo ser conocedor sin a penas esfuerzo no debían olvidarse de que éste era más astuto de lo que se mostraba y encontró todo lo que necesitaba; se trataba del secreto que era la clave para terminar de una vez por todas el plan tan macabro que estaba maquinando.
Era el último acto de una obra que estaba destinada a la tragedia.
<< Constancia dejo en este pergamino sobre el destierro del Rey Lee Kun, pues jamás será perdonada la alta traición a la corona bajo ningún concepto.
Valentía y honor residen en un rey, no la maldad y la sed de sangre buscada en inocentes. Un genocidio fue causado con vuestras propias manos y no debéis quedar impunes.
Una nación es regida por su gobernador, pues en él reside su subsistencia y su evolución hacia una vida prospera.
El rey es quien debe obtener el honor y atesorarlo como su propia vida.
Amenazar la confianza de vuestros seguidores es atentar contra vuestra propia vida.
La corona debe portarla un individuo valiente, nunca debe caer en las manos equivocadas.
Por ende, yo, Rey Lee Taeyong, gobernante de estos reinos y con el poder necesario de aplicar justicia donde aún existe vestigio de arrepentimiento, vuestro honorable título queda derrocado y os condeno a vos, Lee Kun, a pagar por cada uno de vuestros pecados. >>
Entonces, ¿quién era este ser ruin cuya corona había sido arrebatada por cometer la mayor masacre que un reino pudo vivir?
Se trata de la historia de una pobre nación donde no quedaron supervivientes tras un genocidio a manos de su gobernante que perdió toda la cordura que una vez pudo albergar para dar paso a una catástrofe por puro placer y satisfacción.
A pesar de tener un terrible final, su comienzo buscaba una liberación para el pueblo que vivía sometido a una dictadura escondida bajo un tupido velo al que odiaban llamar monarquía. Porque no lo era, pues debían acatar las leyes que les privaban de todos sus derechos fundamentales solo porque un engendro colocó una corona sobre sus hebras.
Así comenzó el exterminio de un pueblo que tan solo buscaba prosperidad donde solo había retroceso. No hubo tiempo para actuar, su propio rey les condenó en el infierno purgando a cada uno de los pecadores. Cuando llegó a oídos del rey Lee Taeyong ya era demasiado tarde, pero no dudó ni un instante en arrebatarle lo que más anhelaba: poder.
Una vez desterrado de su propio territorio, ya que Lee contaba con un poder desmesurado sobre todas las naciones cercanas además de la suya, fue obligado a exiliarse bajo la custodia de éste. Empezó nuevamente como un simple plebeyo venido del extranjero, con una única condición: nadie debía conocer su verdadera identidad. Y así lo hizo: dejó de lado todo lo que una vez fue y emprendió una vida como agricultor junto a una mujer que le brindó unos años exquisitos y un hijo al que jamás amó porque, si bien olvidó su pasado como rey, dejó de ser humano en el preciso instante en que asesinó a su primera víctima. Por otro lado, el nombre de Qiao Kun quedó en el olvido, pues se presentó ante el mundo como Lee Eunseok.
Años más tarde, por suerte o por desgracia, su hijo lo abandonó y se marchó en busca de aquello que lo apasionaba. No fue tras él y tampoco le importó recibir noticias sobre él, pues paulatinamente dejaron de llegar y se convirtieron en dos extraños. Al menos, fue así hasta que comenzó a ganar popularidad y sus oídos se llenaron de todas las hazañas que su hijo estaba logrando.
No obstante, ¿por qué iba a preocuparse por alguien que no consideraba de su familia?
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poemas escritos bajo la lluvia | markhyuck
Fanfiction❝Nuestros corazones se unieron en un efímero choque de miradas, pero el destino ya había jugado sus cartas.❞ #6 en poeta entre 2.3k [28/09/22]