romance

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Había llegado el final que tanto habían anhelado evitar. Ya no quedaban esperanzas ni sueños a los que aferrarse para continuar sin darse por vencidos en el camino.

Tampoco quedaban vidas por las que lidiar contra las adversidades que el destino imponía. ¿Cuál era, entonces, el propósito de seguir existiendo si todo había quedado reducido a cenizas? 

Tan solo quedaba una última cosa por hacer, un último deseo antes de que la historia marcara su punto final. Un cometido que cumpliría aunque tuviera que sacrificarse. 

Donghyuck abandonó aún con lágrimas en su rostro el lugar donde yacía su ya muerto amante. Con pasos firmes y evitando a toda costa el nudo que se estaba formando en su garganta, se dirigió al centro del pueblo. Exactamente el mismo lugar donde un curioso dramaturgo lo observó por primera vez. 

Sabía que iba a ocurrir a continuación: Lord Lee aparecería en busca de Minhyung, pues Qiao Kun había traicionado al rey por sus propios principios y todo se había desmoronado una vez más. No habría casamiento ni tampoco el resurgir de un rey que fue exiliado. 

Debía actuar con rapidez pero con precaución. No debía existir ningún error si quería librar a su pueblo de un reinado lleno de catástrofes. Sin esperar más, se colocó donde pudiera ser visto por todos y llamó la atención de los presentes. 

—Escuchad bien, pueblo mío, pues hay algo que debéis saber y juzgar bajo vuestro propio criterio. Abandonad la idea de que vuestro rey es el único que debe decidir por vosotros, pues no es correcto. Sois individuos cuyas decisiones son tomadas por vosotros mismos. Comenzado el diálogo, oíd y posicionad vuestro voto a la facción que creáis verídica. 

Mientras el príncipe comenzaba su discurso, Lord Lee y Qiao Kun llegaron al lugar. Su presencia no fue notoria. Asimismo, tampoco interrumpieron lo que quisiera que estuviera haciendo Donghyuck. Grave error el no temer al valiente. Lo que ninguno de ellos sabía era que una joven princesa había huido del castillo y se encontraba junto a ellos, escondida de los ojos ajenos. 

—El engaño es la peor traición que reside en este globo junto a los pecadores que deciden utilizarlo a su favor. No existe nación donde las falacias queden enterradas, pues jamás se es libre de ellas a pesar de librar arduas batallas en su contra. Aquí son lanzadas las primeras cuestiones: ¿A quién debe entregarse la confianza? ¿Quién es el embustero y quién es el individuo que dicta la verdad? Unid las incógnitas y hallad la respuesta, empero, no indaguéis lejos. Los culpables yacen en estas tierras, uno de ellos portando una corona bajo el título de rey y otro siendo superviviente de un exilio. Atended, pues el suceso que será narrado a continuación es la realidad que vuestro atesorado monarca os ha ocultado: 

Recordad a la damisela Park Eunji, al talentoso bardo Na Jaemin y a su descendiente, Na Jisung. Todos y cada uno de ellos fueron asesinados bajo órdenes de Lord Lee, aquel a quien tanto adoráis. No solo por él ha de ser añadido, sino que Na Jaemin fue victima de un monstruo a quien una vez consideré sangre de mi sangre; así es, la princesa Youngeun. Ven, pues, las falacias habitan donde los orbes decidan observar. No importa el lugar. 

No obstante, este no es el final. Rememorad cierta historia sobre el rey que aniquiló sus tierras. Él también reside entre vosotros, mintiendo sobre su identidad y ocultando todos los crímenes efectuados con sus propias manos. Su verdadero hijo, Lee Minhyung, más bien Qiao Minhyung, fue llevado por los seres celestiales en el día de hoy. Sumad esta vida al genocidio ejecutado por Qiao Kun. Dicho monstruo le arrebató la vida a su propio descendiente. 

Es de menor importancia si creéis verídicas mis palabras, mas ahora el beneficio de dudar está en vuestras manos. Asimismo, escuchad las últimas confesiones que deben ser dichas: 

Siempre repudiasteis al príncipe de esta nación, Lee Donghyuck aquí presente, pues sus ideales fueron extraños y no encajaban con los de padre. Creció solo, odiando cada rincón de su alma y deseando poder ser un digno heredero. Sin embargo, eso nunca sucedió y dejará constancia de ello. No existe la necesidad de convertirse en un cruel maníaco para ser rey merecedor del favor de su pueblo.

También creció enfermo bajo los ojos ajenos, pues encontró el amor en el prometido de la princesa. Comprended que el corazón no es influenciado por el género, sino por las acciones y las palabras dichas con el alma. Sin embargo, llegó a su fin para este príncipe. Su amante marchó hacia tierras lejanas esperando el reencuentro. Un vacío se instaló en lo más profundo de su corazón, con una desmesurada aflicción que le invita a completar el último cometido de su hado.

El dolor agonizante se apodera paulatinamente de todos los rincones de su ser y de todo aquello que le rodea. 

El príncipe ya cumplió el último deseo de ambos amantes, por ello es momento de marchar.

 Atesorará todas las vivencias y abandonará los rencores y arrepentimientos que habitaban en él.

Yo, príncipe Lee Donghyuck, junto a esta reverencia declaro la última despedida.

La incertidumbre se instaló en todos los presentes, inclusive Lord Lee quien se mantenía con una expresión llena de confusión. No comprendía el propósito bajo toda esa palabrerías y en cierta medida le atemorizaba lo que podría suceder a continuación. No por el príncipe, sino por la nación que ahora conocía toda la verdad. 

No obstante, mientras deliberaba sobre ello los gritos de desesperación devolvieron a Lord Lee al presente. Cuando alzó la mirada y observó lo que estaba sucediendo sintió por primera vez un dolor punzante en el pecho. Su único hijo varón se había hundido una daga en su yugular, la misma que Qiao Kun había utilizado para asesinar a Minhyung. 

No había pena ni dolor, tan solo un sentimiento de traición que aumentó el rechazo hacia el príncipe quien ahora los observaba junto a cierto dramaturgo. 

El sacrificio de Donghyuck fue un punto de inflexión y de nuevos comienzos. Lord Lee y Qiao Kun quedaron desterrados y Youngeun fue coronada reina junto a un rey bondadoso. Después de un trágico final para el príncipe, sus ambiciones fueron transmitidas de generación en generación y logró aquello que siempre anheló. 

Reinó sin una corona sobre su cabeza y junto a la persona que lo amó en todas sus vidas. 

Para terminar, un romance es una composición lírica donde se usan versos octosílabos con rima asonante en los versos pares y donde los impares van sueltos

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Para terminar, un romance es una composición lírica donde se usan versos octosílabos con rima asonante en los versos pares y donde los impares van sueltos. Los temas más utilizados son el amor, las pasiones, los conflictos con la autoridad del rey, el heroísmo y la muerte. 


poemas escritos bajo la lluvia | markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora