soneto

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Minhyung se apresuró, pues de encontrar a la princesa dependía la muerte de Donghyuck y la suya propia. Todos sus sentimientos seguían a flor de piel y no dudaría en sacrificar lo que fuera necesario con tal de salvar al príncipe. Inclusive entregaría su propia vida.

Una vez entró de nuevo al salón, su mente quedó nublada completamente y solo existía un objetivo: Divisar a la princesa antes de que se reuniera con el rey. Sin embargo, sería un arduo trabajo al comprender cuánta gente había allí. Por una vez en toda su corta vida, repudió a la Diosa Fortuna.

Comenzó a observar desesperadamente a sus alrededores, preguntando, quizá bruscamente, dónde se hallaba la fémina, recibiendo como respuesta negativas que estaban alterando sus nervios violentamente. Imploraba encontrarla sin importar qué.

En un acto reflejo se volteó, encontrando un vestigio de las hebras castañas que tanto conocía caminando fugazmente hacia un destino incierto. Debía apresurarse, ahora más que nunca.

Corrió, recibió empujones y quejas, mas no le importó en absoluto. Siguió su camino hasta tomar la delgada muñeca de Youngeun y arrastrarla con demasiado esfuerzo hasta algún lugar alejado de cualquier entrometido.

-No oséis rozar vuestras sucias manos con mi tez. Alejaos, no sé por qué seguí vuestros pasos hasta aquí.

-Porque en lo más profundo de vuestra alma aún atesoráis a vuestro hermano, mas el odio está nublando vuestro juicio. Comparto vuestra dolencia, anhelaría arrancar vuestro sufrimiento y eliminar cualquier atisbo de él, sin embargo debéis comprender vuestro alrededor-suspiró pesado-No permitáis una muerte inocente. Imploro recibir todas las sentencias necesarias con tal de asegurar la seguridad del príncipe. Os lo ruego, Youngeun.-acto seguido se arrodilló tomando la mano de la princesa y dejando un suave y efímero beso. Ésta la retiró bruscamente, haciendo suspirar nuevamente al dramaturgo.

-¿Estáis seguros de vuestras plegarias? El tiempo es irreversible, al igual que las decisiones.-escupió restándole importancia a todas las palabras recién dichas. No podía descifrar ninguna de sus intenciones.

-Absolutamente.

Youngeun marchó en dirección al vals, no sin antes observar de forma desafiante a Minhyung, quien ahora yacía completamente en el suelo con una de sus manos alzadas hacia la nada.

-Ambos hermanos del cielo
extendido e infinito
llegaron sin duelo
sin esfuerzo ahíto.

...

Vos conocéis mejor que nadie más vuestro interior. No permitáis que el rencor conquiste aquello que más amáis.

Minhyung jamás sabría si sus palabras fueron escuchadas, mas fueron dichas como un consuelo por todo el daño que emergía sin ningún final.

El alba marcó el inicio de la catástrofe: Minhyung volvería junto a Na Jaemin, prohibiendo cualquier acceso al castillo, mientras que el príncipe quedaría encerrado hasta que su hermana se uniera finalmente en matrimonio

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El alba marcó el inicio de la catástrofe: Minhyung volvería junto a Na Jaemin, prohibiendo cualquier acceso al castillo, mientras que el príncipe quedaría encerrado hasta que su hermana se uniera finalmente en matrimonio. El motivo fue breve, demasiado quizá. Youngeun no quiso explayarse y, sin saber realmente en qué estaba pensando, confesó a su padre una verdad completamente distinta a la real.

poemas escritos bajo la lluvia | markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora