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||ASQUEROSA PRIMERA IMPRESIÓN...||

Tommy era una chica tranquila, no molestaba a nadie y nadie la molestaba a ella porque evitaba encontrarse con toda persona que ella considerara "mala".

Pero esa mañana todo cambió como si una persona tomará un control remoto de TV y decidió ver un canal completamente diferente al que estaba acostumbrado a ver.

El receso había comenzado y la avalancha de estudiantes se hizo presente unos segundos antes del ruidoso timbre; Tommy se dirigía a la cafetería escolar, moría por cualquier cosa que vendieran ese día, tenía un hambre voraz pues desde hace una noche no había comido nada gracias a su inesperada siesta de cinco minutos que terminó siendo de más de quince horas de sueño reparador, que le favorecieron al amanecer pues debía ir a clases y encima era lunes. Genial.

-¿Qué tenemos aquí? Una alumna responsable que no tiene resaca y viene de lo más fresco en lunes, eso me gusta, Tommy.-trató de elogiar la encargada de cafetería; la señora Madie era muy amable y estaba cien por ciento activa aún con sus sesenta y ocho años de vida.

-Gracias, señora Madie. Usted también se ve muy bien hoy, ¿tuvo la cena romántica tan esperada del mes?

-Si te contará, hija. -su gesto de placer hizo encoger a la chica y ambas rieron por la situación. -¿Lo mismo de siempre, querida?

-Sí, por favor. Y si hoy tiene brownies también quiero uno.

Cuando la simpática señora le dio su orden, Tommy pagó y se encaminó a su mesa de siempre. Pese a no tener amigos fijos, nunca se hizo menos, se dijo a sí misma desde el primer semestre que no iba a alejarse de la sociedad estudiantil, no se sentaría en la mesa más alejada y escondida, mucho menos en los baños, en su salón, en ninguna parte. Siempre se sentaba sola en una de las mesas del centro, pero con vistas al gran ventanal que dejaba observar el patio de la escuela.

Veía a todo el mundo; sabia quienes eran los populares, quienes eran los cerebritos, los "casos perdidos", las y los promiscuos, incluso sabia quienes odiaban a quienes. Y no, no era chismosa, sólo es una gran observadora.

Sintió que alguien había chocado de lleno con su anatomía, haciéndola detenerse y ver si la persona en el suelo estaba bien. Se encontró con un chico que sobaba su cabeza mientras sus ojos estaban perdidos en quién sabría dónde.

-Lo lamentó, te juro que no te vi, perdona. -ofreció su mano libre y complicadamente lo ayudó a levantarse. El chico se quejó y con sus dos manos se apoyó de sus hombros. Se vio un poco ido. -¿Estás bien? -él cerró los ojos y respiró hondo unas cuatro veces, cuando volvió a abrirlos, esos ojos marrones lo miraron con atención y un poco de preocupación. -¿Oye, te sientes bien?

Él chico no alcanzó a decir ni una silaba; se arqueó un poco hacia atrás y aunque trató de detener el vómito no lo resolvió, sino que aterrizó en la ropa y comida de la chica que se quedó inmóvil al sentir la emesis masculina traspasar su ropa y recorrer una pequeña parte de su cara hasta aterrizar en sus clavículas.

-Sí. Y-yo lo siento, de verd* -balbuceó el chico de cabello castaño, pero no culminó su intención pues una arcada más se avecinó y nuevamente empapó a la chica. -Madre mía, ¡lo siento, lo siento, lo siento! -rogó con sus palmas juntas, hincándose frente a ella y vomitando de lleno en el suelo.

-Joder, qué asco. -murmuró ella antes de dejar su comida en cualquier mesa y ayudar al chico a llegar al baño, o a enfermería si fuera posible.

Arribaron a la segunda opción; dejando al chico en el suelo y cerca de un bote de basura, llamó al enfermo para que atendiera al alumno. No le dio más explicación que "está vomitando, tal vez sea resaca" y se fue en busca de su casillero.

Ahora tendré que molestar a papá Charlie para que me traiga ropa, porque yo, vomitada no entró al puto salón.

Mientras sacaba su teléfono del locker, sintió varias miradas sobre ella, risitas y comentarios burlescos que chismeaban la vergonzosa situación que pasó con el chico borracho que, al parecer, se llamaba Jackson.

Rodó los ojos y cerró su casillero mientras marcaba el número telefónico de su padre. Le explicó rápidamente la situación y el hombre avisó que trataría de llegar lo más rápido a su escuela.

No puede ser que alguien tan guapo pueda ser un borracho sin control.

No puede ser que alguien tan guapo pueda ser un borracho sin control

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-Oye, chica, oye, oye, oye, oye. -escuchó a sus espaldas cuando cerró la puerta de los baños para mujeres, volteó y se encontró con el enfermero del colegio. -Tu amigo ya está bien, lo dejaron regresar a casa, así que no te preocupes.

-Oh, muy bien, me alegra, aunque no es mi amigo, pero me alegro de que este bien.

-¿Cambiaste tu ropa? Puedo darte un poco de crema aromatizada, ya sabes, para el olor.

-No, gracias, no es necesario, pero gracias. -sonrió abrazando la bolsa entre sus brazos y el enfermo asintió. -Bueno, con permiso, debo regresar a clase. Adiós.

Escuchó de lejos la despedida del chico; siguió caminando hasta el pasillo donde su casillero se encontró, metió rápidamente la bolsa con su ropa sucia y trotó hacia su segunda clase después del receso, pero en el camino se encontró con dos chicos altos, uno delgado y el otro muy delgado.

-¿Cómo está Jackson? ¿Lo dejaron en enfermería? -preguntó el más delgado sin saludar, pero con tono amable.

-Ahm... me dijeron que lo mandaron a su casa. -explicó sin rodeos, viendo a los chicos simultáneamente y con una pequeña sonrisa que fue correspondida por ambos chicos.

-Menos mal; oh, y lamentamos lo que pasó... fue la primera vez que Jackson toma y se nos fue de las manos.

-Ya veo. - respondió sin mucho interés, y es que no le importaba las causas y aludió a por qué el chico estaba borracho en la escuela. -Bueno, yo me voy. Ya falté a una clase y no quiero perder a los demás. Permiso

-Adiós. -murmuro el otro chico sonriendo, convierte una tierna imagen de sus ojos pequeños y unas arrugar a los lados.

Ojos de alcancía. Pensó riendo en su mente.

-¡Ay, por cierto! ¡Él es Jaebum, y yo Mark! ¡Mucho gusto! -le gritó Mark cuando estaba un poco más retirada.

-¡Mucho gusto, soy Tommy!

Y sin más siguió su camino sin distraerse con nada y nadie. Su próxima clase era de Historia, y el profesor contaba cada segundo, así que la puntualidad era prioritaria cuando se trataba de esa asignatura. En pocas palabras, o llegaba temprano o no entraba.

Ahh, maldito lunes. Ahora sí que te odio.

Pensó mientras se recostaba en la pared al lado de la puerta del salón, cuando se cumplió la hora de la materia, entró de primera, sorprendiendo al maestro de gafas de fondo botella, quien sólo la saludó con un seco "buenos días" y ambos volvieron a sus asuntos mientras todos los demás llegaban como pueblo en feria.

Ese día no sólo había sido el más random para Tommy, también había sido el más asqueroso en su vida, pues nunca, nadie la había vomitado encima.

Ese día, los cambios llegaron con gravedad, sin mucho drama, pero sí con muchas cosas nuevas que la fémina enfrentaría a sus cortos diecisiete años. Ese día, toda la escuela conoció a Tommy Miller, la chica que fue vomitada por un borracho Jackson Wang.

3:00 a.m «Jackson Wang» (complete)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora