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||PRIMER DÍA CASTIGADOS||

Servicio escolar voluntariamente obligatorio y un tratado de paz sugerido por la psicóloga del colegio; se van a regalar el dulce favorito del otro y van a darse un abrazo después, hasta que la psicóloga decida que han aprendido la lección.

Fue lo que acordaron en casi la hora completa que estuvieron en la oficina del director Poulter porque creyeron que las últimas bromas que se habían hecho entre ellos eran gracias a que sentían un odio mutuo.

Si supieran que me requete encanta.

–Van a limpiar los pasillos que ensuciaron, no se van hasta que huelan a Fabuloso y mi reflejo se vea en el mosaico. –sentenció el director mirándolos severamente; los dejó ir y siguieron al cuarto de aseo para tomar lo necesario y hacer la limpieza del cagadero que habían hecho.

Tommy seguía seria, pero no mostraba señales de enojo o molestia hacia el chico a su lado. Más bien estaba pensativa; nunca en su vida había sido castigada, ni en su hogar, ni en las escuelas, unas pocas veces en el orfanato, pero esas no las contaba porque fueron insignificantes.

–Tommy. –llamó Wang cuando comenzaron a limpiar el primer pasillo; uno de seis. –Perdón.

–Tranquilo. No pasa nada.

–Pero es que estás enojada, y no me hablas y tengo miedo que me odies.

–No estoy enojada. –avisó con una pequeña sonrisa, se acercó a él gateando por el piso mojado y enjabonado y miró hacia abajo, le daba vergüenza lo que quería decirle. –Es que nunca había ido a dirección y me siento mal...

Cuando intentas ser perfecta o perfecto todo el tiempo, te obsesionas, y en el más mínimo error, falla o equivocación que cometas, todo se siente derrumbarse tal como una pirámide de naipes gigante y perfectamente hecha.

Y así se sintió Tommy cuando entró a la oficina del director Poulter por segunda vez para recibir un regaño y castigo, cuando la primera vez había sido para recibir un halago y felicitación por ganar un concurso de matemáticas a nivel regional.

–Lo lamento, fue mi culpa, perdón. –agachó su cabeza triste por ver triste a su chica favorita. No quería verla triste, se supone que las bromas los hacían divertirse, sonreír, y estaba seguro que todo eso se había terminado gracias a su estúpida broma. –Puedo decirle que tú no hiciste nada, yo me echo la culpa de todo, pero no estes así... no me gusta.

–No, no, tranquilo, estoy bien. –le dijo tomando sus manos y uniéndose a él en un abrazo. –No es grave, en serio. Además, no me gustan las mentiras y no te voy a dejar solo, vamos a limpiar juntos, vamos a recibir el castigo juntos y vamos a darnos un dulce y abrazo juntos, todo el tiempo que sea necesario. Los dos provocamos esto así que los dos vamos a asumir responsabilidad. Amén.

–Amén. –contestó riendo a la par de la chica que lo tenía apresado entre sus cortos brazos. La abrazó también y sintió de nuevo ese sentimiento de seguridad y felicidad que Tommy le brindaba con sus abrazos o son su simple presencia.

Le gustaba, no tenia con problemas con aceptarlo y admitirlo a sí mismo, pero confesárselo a la chica Miller ya era otra cosa.

–Te quiero. –musitó ella separándose un poco y llenándole la punta de la nariz con espuma.

–Yo también, loquita. –murmuró entre dientes y con emoción, lanzándose de nuevo a rodearla con sus brazos y tirándose al piso, mojándose y llenándose de espuma por todos lados. Tal vez habían hecho un desastre nuevo al usar mucha agua y jabón para un pasillo un poco pequeño.

3:00 a.m «Jackson Wang» (complete)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora