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||CHAPULÍN||

Cuando Tommy estaba aburrida y no quería lidiar con el ruido del colegio a la hora del receso, corría al salón de arte y hacía cualquier cosa de su interés. A veces leía un libro, a veces estudiaba, veía videos o escribía reseñas personales sobre las pinturas y esculturas que otros hacían en esa clase, creyéndose la crítica más cotizada y famosa del país.

Era ombligo de semana y Tommy aún pensaba en el niño pelinegro que había robado su corazón en tan poco tiempo, también esperaba con ansias a que llegara el viernes para poder verlo y hablar con él otra vez. Estaba tan, pero tan ansiosa, que contaba el tiempo y los días, y extrañamente todo pasaba tan lento.

Dios, el viernes está tardando mucho.

Corrió a la cafetería por unas simples galletas nutritivas y se encaminó al salón de música. Escuchó por los pasillos que el profesor de arte estaba intentando enseñar técnicas de esculpir en hielo y al parecer él mismo hizo una. Quería verla y escribir su crítica en las notas de su teléfono, donde aún almacenaba todas las demás críticas.

Cuando entró al salón vio lo que estaba buscando justo en el centro del salón, esperando por ella y sus notas. Se sorprendió, nunca había visto algo igual, no en físico; definitivamente era mucho mejor en vivo que en televisión.

Y justo en el momento que intentó acercarse más, escuchó su voz y se detuvo para verlo. Se acostumbró a que él la llamara cada que pudiera y hablar de lo que sea, o recibir el chocolate que Jackson sin falta le daba cada día, de lunes a viernes.

–¿Qué haces? –preguntó él luego de que ambos se saludaran.

–Nada, veía la nueva escultura. Todos hablan de ella.

–Está genial. A mí me gustó. Creo que quiero estar en este taller.

–Yo también, pero ya estoy en el taller de computación, así que no puedo cambiar. –dijo entre risas de resignación, saliendo completamente del salón y caminando junto al chico sin un rumbo fijo.

–Podríamos intercambiar con otro alumno que no quiera estar en el taller de arte.

–Yo creo que ahora todos quieren estar ahí solo para hacer una escultura de hielo, así que veo tu opción un poco imposible.

–Sí, tienes razón. –dijo con gesto triste, fingiendo limpiar una lagrima bajo su ojo izquierdo. –En fin, ¿ya comiste? No te vi en el comedor.

–Sí comí, pero no quería estar allá, me duele un poco la cabeza. –el susodicho miró hacia su cabeza y se detuvo en seco, viéndola con miedo y nervios. –¿Qué?

–No te asustes, pero... tienes, tienes...

–¿Qué tengo? –trató de tocar su cabeza, pero Jackson la detuvo inmediatamente.

–No, no, quédate quieta.

–¡¿Pero qué tengo?! –dijo exasperada.

–Tienes un chapulín.

–No, no, no, no. ¡Quítalo, quítalo! –comenzó a moverse en su lugar, desesperada y con miedo, pues los insectos le daban temor y asco, no le gustaban, no le gustaban nadita. Al ver que Jackson no hacía nada, ella misma agitaba su cabeza, movía su cabello bruscamente, tanto que terminó enredándose como ella odiaba. Escuchó a Jackson reír y aun sacudiendo su cabello con las manos, lo miró. –¿Se fue? ¡No te rías, dime! –chilló dando leves brinquitos en su lugar.

–No había chapulín, fue una broma. –le explicó tomando sus hombros y viéndola toda greñuda y medio enojada; algo tierno para él.

Ella lo miró fijamente, parpadeando muchas veces, captando la situación y dándose cuenta que había despeinado su cabello para nada, todo por culpa de una bromita de su nuevo amigo.

¿Con que mucha confianza, eh Wang?

–Te vas a arrepentir, tonto. –quitó las manos del chico y se dio la vuelta para caminar lejos de él, ignorando sus llamados y corriendo cuando lo sintió detrás de ella. Afortunadamente para ella, el timbre la salvó.

3:00 a.m «Jackson Wang» (complete)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora