Pov Armando
Voy camino al hotel, sé que es bastante arriesgado hacer esto, talvez no quiera ni verme, pero yo necesito verla, aunque sea un segundo, faltan dos días para que regrese a Bogotá, pero hace trece días que se fue, trece interminables días, más de trescientas horas sin verla, si no hago esto no podré resistir.
Espero que pueda creer que solo tengo la necesidad de compartir una cena con ella, no quiero que piense que hay algún plan macabro detrás de esto, desearía poder disfrutar de todo lo que quiera contarme, de cada experiencia que vivió en este viaje, de las personas y lugares que conoció, de lo que cada uno despertó en ella.
El calor me golpea al bajar del avión, por suerte decidí traer en la mochila algo más acorde para este clima, paso a los tocadores del aeropuerto y me cambio el traje por unos jeans y una camiseta blanca ligera.
Llego al hotel y le pido a la recepcionista que le avisen a Betty que tiene una mesa preparada, después de todo lo que organicé para ella no creo que sospeche nada.
Una media hora más tarde la veo aparecer, ¡por Dios, que bella es!
Con ese vestido parece flotar sobre el suelo, no puedo dejar de verla, solo necesito un momento para respirar, para calmarme y atreverme a saludarla.
-Buenas noches Betty- está sorprendida al verme allí, los ojos se le llenan de lágrimas, pero evita dejarlas salir, ojalá supiera lo que pasa por su mente, ocupo mi lugar dedicándole una sonrisa para que no se preocupe, para que sepa que está todo bien, que no hay ningún problema, que se trata de una simple cena.
-Buenas noches doctor- logra decir después de unos minutos. Nos quedamos en silencio, mirándonos, algo ha cambiado en ella, su mirada es diferente, creo que poco a poco su tristeza va desapareciendo, ojalá el viaje la haya ayudado, aunque también se nota que está cansada.
-¿Doctor que hace aquí?- su voz suena temblorosa, teme escuchar la respuesta.
-Vine a cenar con usted- digo con naturalidad, como si fuera normal que alguien vuele miles de kilómetros solo para una cena, me mira con incredulidad.
-Pero el lanzamiento es en cuatro días, hay mucho para hacer- la noto un poco nerviosa, es como si los avances que habíamos hecho en Bogotá hubieran desaparecido.
-Si Betty lo sé, yo solo quería verla, cenar con usted, de hecho, tengo el vuelo de regreso esta misma noche- abre los ojos como platos, no me cree capaz de esto, pero por un minuto con ella soy capaz de esto y mucho más.
-Disculpe señorita Pinzón- la recepcionista nos interrumpe cargando un ramo de flores variadas, Betty la mira sorprendida, aunque la sorpresa me la he llevado yo- estas flores son para usted, de parte del señor Corrales, me pidió que la diga que la oferta sigue en pie hasta el día de mañana.
-Tirelas- dice fastidiada mientras deja salir una bocanada de aire.
-¿Son de Corrales, el presidente de Lacetex?
-Si- responde furiosa.
-¿Y por qué le manda flores, cuál es esa oferta de la que habla?- trato de que en mi voz no se evidencien la cantidad de celos que estoy sintiendo en este momento, como se atreve a mandarle flores a mi Betty, ¡está loco!
-Supongo que es una manera de pedirme disculpas por haberme ofendido.
-¿Le hizo algo Betty? Yo lo mato- siento el calor subir por mi cara, mientras aprieto los puños a punto de estallar.
-Tranquilo- pone su mano sobre la mía, por un segundo, la suelta, pero deja mi piel ardiendo ente ese simple toque -solo intenta comprarme, quiere que les cedamos nuestros planes de negocio.
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Por el brillo de tus ojos.
Fiksi PenggemarDespués de la fatídica junta, Beatriz decidió irse con Catalina Ángel a Cartagena, los sucesos de esa parte de la historia se dieron de la misma forma, excepto que Armando jamás fue a su casa a reclamarle nada a Don Hermes y Doña Julia, había llamad...