Patadas

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—Harry —habló Narcissa, con la voz suave y dulce de siempre,desde la puerta apenas abierta—, que sorpresa tenerte por aquí.

El chico boqueó sin entender qué sucedía.

—Hola. Ahm...pensé que —juntó las cejas— Draco estaría aquí.

—Oh, no —hizo un gesto con la mano—. Está de viaje. Yo estoy aquí cuidando a los niños.

Ella pudo ver el conflicto interno de Harry, su mirada preocupada y desilusionada esperando ser recibido por su hijo.

—¿Quieres pasar? —preguntó finalmente—. Los niños ya duermen.

Harry entró luego de titubear por unos segundos.

Los padres de Draco le habían dejado la mansión cuando se casó con Astoria, mientras ellos se habían ido a otra en Escocia, herencia de los Black.

Si bien hacía solo cinco meses de la última vez que había estado allí, todo parecía haber cambiado.

Narcissa lo dirigió a la sala, donde había estado sentada mirando una película, y lo invitó a sentarse en el sillón.

—¿Quieres vino? Abrí uno recién.

—Oh, no gracias —dijo Harry sentándose lentamente, pues sentía que le dolía cada centímetro de su ser—. Estoy bien así.

—¿Whiskey? ¿café? ¿Cerveza de manteca? —fue ofreciendo sonriendo de lado.

—Estoy bien —repitió—. No te preocupes.

—¿Agua?—insistió ganándose una risa de rendición del chico, quien luego asintió.

Había olvidado lo mucho que se parecían con su hijo en términos de personalidad.

—¿Sabes cuándo volverá Draco? —preguntó una vez que la bruja le entregó un vaso de agua.

—En dos semanas —contestó. De nuevo vio la decepción en los ojos del chico, quien había hecho un gesto de dolor con los labios—. Sabes que puedes escribirle si es algo urgente. Tenía entendido que terminaron en buenas condiciones.

—Si —dijo de manera seca, pero cuando notó la cara de la mujer que seguía esperando que se explayara más, continuó—. Pero no es algo que le pueda contar por una carta.

Ella asintió y permanecieron en silencio por un rato.

—Luces muy agotado —notó finalmente Narcissa—. ¿Has estado durmiendo bien?

Harry sonrió apenas. Desde que comenzó a salir con su hijo, ella lo había adoptado como su propio hijo y se preocupaba de la misma manera que Molly lo hacía.

—Vengo durmiendo bastante mal últimamente —explicó—. Y al despertar siempre... me siento peor.

—¿Fuiste a controlarte?

—Sip —contestó, marcando la "p" final, mirando fijamente el piso. Luego apretó los labios y suspiró.

Narcissa se recostó más en su asiento, con la copa en sus manos y lo escaneó. No lucía tan diferente a la última vez que lo había visto, simplemente tenía más ojeras, estaba más flaco y parecía estar aguantando algún tipo de dolor constante. Luego se dio cuenta que el chico tenía puesto un almohadón sobre su estómago y la abrazaba con fuerza.

Aquello sí que era raro. Harry siempre se sorprendía que Scorpius y Vela hicieran ese gesto, pues a él le daba mucho calor, y no podía soportar mucho tiempo algo en su estómago.

Dos más dos es igual a...

—Oh —dijo y se inclinó hacia adelante para dejar la copa. Harry la miró y supo por su expresión que había adivinado lo que ocurría—. Necesitas algo-

—No. Necesito contárselo a él, pero... —suspiró. Luego se puso de pie—. Lo siento, yo... no sé exactamente por qué entré... me hace mal estar-debo irme.

—Cielo —lo llamó poniéndose de pie también tras ver que se dirigía a la puerta. Él se detuvo y ella se acercó colocando las manos en sus hombros—. Todo estará bien, lo prometo. Ustedes se aman.

—No soy una persona emocionalmente estable... —pestañeó rápidamente para no llorar— no puedo arrastrarlo a eso nuevamente.

—Tú sólo habla con él.

Harry lentamente se alejó de ella soltando el agarre.

—Por favor, no le digas nada todavía. Debo decirlo en persona.

—No lo haré.

—Adiós, Cissy.

—Adiós, cariño.

En su cama, Harry estaba tumbado boca arriba mientras se acariciaba la panza. Había estado llorando por horas, pero lentamente se fue calmando. Se dio cuenta que hablar en voz alta, hablarle a su bebé, le tranquilizaba, por lo que eso hizo.

Le contó su historia de vida, de donde venía, quienes eran sus amigos y su único amor. Le contó lo paciente, dulce y tierno que era Draco y por qué lo amaba tanto. Rio y lloró por el rubio por unas horas más.

Y de repente, algo dentro suyo lo hizo ponerse en alerta. Fue un pequeño movimiento, casi imperceptible. Instintivamente, dejó de acariciar su panza e intentó no moverse para estar atento, y definitivamente pudo sentir que su bebé se estaba moviendo.

—Es porque escuchaste que Draco es tu papá, ¿no? —le susurró Harry con una sonrisa en el rostro. Nuevamente sintió sus movimientos y volvió con su labor de acariciarlo—. Lo sé. A mi también me da esa sensación.


No fue un error | Mpreg DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora