Primeros pasos

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—Aún no entiendo cómo llegaste a bailar relativamente bien con Parvati en el baile de navidad... —comentó Hermione, sentana en el sillón, sobándose los pies pisados por su amigo.

—Es que no salió bien, fue horrible —explicó Harry, sentándose en el apoya brazos, tomando agua del pico de la botella—. Tú no recuerdas porque estabas enfocada en Vik-

Su amiga le hizo señas para que no dijera su nombre. Ambos se giraron, mirando a la puerta trasera que da al patio y vieron que Ron, quien entretenía a Anya, no había llegado a escuchar nada.

—Si bien ya lo superó —susurró la mujer—, no me gusta mencionarlo cuando está él.

—De acuerdo.

Descansaron un momento, mientras escuchaban las risas estridentes de la niña ante vaya a saber uno qué cara hacía o qué decía el colorado.

—Bueno, continuemos —dijo finalmente Hermione, poniéndose de pie—. Que el Vals con Draco tiene que salir explendido.

—Creo que sería mejor que bailemos la Macarena —dijo y comenzó a mover las manos de una manera que definitivamente no era el tema que él decía.

—Estás bailando Danza da Maozinha, Harry —negó con la cabeza, riendo de los movimientos de su amigo—. Bueno, a ver... —con la varita, volvió a reproducir el Vals con el que habían practicado hacía unas horas—. Paso a paso... UN, dos, tres... UN, dos, tres... UN, dos, tres...

Harry, como todo principiante, bailaba mirando sus pies, para no pisarle nuevamente a Hermione, lo cual dificultaba un poco a la hora de interpretar el siguiente movimiento, pero aquella vez fue un poco mejor que la primera.

—Un, dos, tres... un, dos, tres... —comenzó a susurrar cuando su amiga dejó de contar. Lentamente, ella lo guió y comenzaron a desplazarse por la sala, siguiendo siempre los pasos.

—¿Recuerdas los giros? —Harry no le contestó, pues si dejaba de contar, se perdía, por lo que asintió al ritmo de sus pies—. Bien, prepárate. Y... giro —alzó la el brazo para que el chico lo hicieran, pero al volver chocaron de cabeza, pues el chico continuaba mirando al suelo—. Harry...

—Lo sé, lo sé —dejaron de bailar— Soy un desastre.

—No, no lo eres. Sé que podrás hacerlo —puso una mano en su hombro— Hagamos esto. Ve a buscar las galletas del horno, pero hazlo siguiendo los pasos. Así practicas desplazarte y cuando llegues al horno, haz un giro, luego vuelves aquí y haz otro.

—¿Estás segura que no tiraré las galletas?

—No, pero quizás así te concentres mejor.

Harry le dio una mirada de inseguridad, pero lo hizo. Contó un y otra vez balanceándose de un lado al otro, al ritmo del Vals que aún seguía sonando.

Mientras tanto, desde afuera, Ron veía con confusión cómo su amigo se dirigía a la cocina como robot. Anya lo apuntó y rio.

—Si, ¿no? Creo que tu padre perdió la cabeza.

Ambos estaban sentados en el césped y cuando la niña lo vio a Harry, se incorporó ayudándose con la rodilla del colorado. Flexionó varias veces las piernas y apuntó nuevamente a su padre.

—¿Tú también quieres bailar? —preguntó Ron y la la tomó de las manitos y se movió lentamente de izquierda a derecha al ritmo de la canción— Vaya, definitivamente, heredaste los pasos de los Malfoy— dijo burlonamente al ver lo bien que lo hacía. Alzó un poco su brazo para hacerla girar lentamente, haciendo que gritara de emoción y pidiera que lo hiciera unas diez veces más—. Te vas a marear si seguimos.

Entonces la niña lo apuntó haciendo que él lo hiciera. El hombre, giró sobre su eje, sin despegar el trasero del césped, levantando consigo un montón de trozos de pasto que había debajo suyo.

—Ron, están listas las galletas —gritó Hermione desde adentro.

El hombre se puso de pie, se sacudió el pantalón y cuando estuvo por tomar a la niña, vio que ella simplemente intentaba mantener el equilibrio y dio un paso hacia él. Temblorosamente dio uno más y cayó sentada.

—¡Muy bien, princesa! —exclamó el colorado y la ayudó a ponerse de pie. Dio un paso para atrás y se puse en cuclillas, estirando los brazos hacia adelante para llamarla y sujetarla en caso que cayera. La niña entedió la consigna al instante e intentó caminar nuevamente— Uno... dos y... —Anyase sostuvo de sus manos para no caer luego del segundo paso, ganándose elogios y felicitaciones—. Ven, vamos adentro a mostrarle a papá.

Se incorporó, se puso detrás de ella y tomó las manitos para comenzar a caminar de esa manera, la que solía hacer hasta el momento.

Al llegar a la sala se sentaron en la alfombra, en medio de la sala.

—Ron, hay un montón de sillones-

Pero él le interrumpió levantando un dedo que indicaba que esperara y observara. La niña se incorporó de la misma manera que lo había hecho, sujetándose de su pierna y rodilla, cuando de repente la chimenea brilló, y Draco apareció en ella.

Él había estado trabajando y se dirigió a cenar con ellos, tal como lo habían planificado.

Al ver a su hija, se agachó estirando los brazos en son de saludo, pero lo que no se esperaba nadie, además de Ron, fue que la niña lentamente se despegó del colorado y dio dos pasos hacia su padre.

Harry y Hermione ahogaron un grito y Draco abrió tanto la boca que parecía que se le saldría del lugar.

—Hola, hermosa —dijo acercándose a ella, aún agachado, mientras Anya intentaba dar un paso más con una amplia sonrisa en el rostro.

Minutos pasaron en el que la niña era el centro de atención del lugar. Hermione estaba al borde de las lágrimas y Harry corrió saltando al lado de su futuro esposo, para abrazar a los tres cuando su hija llegara a los brazos del padre.

Ron se incorporó y se dirigió al lado de su mujer, para rodearle los hombros con un brazo.

—Tienes que enseñarme ese truco —susurró Hermione, girándose hacia él.

—Yo no hice nada —se encogió de hombros.

—Algo debes hacer —comentó su esposa mirando nuevamente al trío—, sino no me explico como todos los niños comienzan a caminar cuando estás con ellos.

—No todos los niños... —comentó, guiándola hacia la cocina, para darle privacidad a su amigo—, Rose, Hugo y ahora Anya.

—Ah, ah —negó Hermione—. Te olvidas de Teddi, Brandon y Victorie...

Ron se encogió de hombros nuevamente. En el fondo él creía que era porque con él se sentían seguros, que él les trasnmitía tranquilidad y amor, pero no era algo que se atrevía a expresar en voz alta.

—Quizás sea porque eres un padrazo —comentó Harry uniéndose a ellos en la cocina. Ron rio y se alejó de Hermione para abrazar a su amigo. Al separarse, apoyaron sus frentes en la del otro, como lo solían hacer en muestra de amor.

—Bueno —dijo Ron una vez Harry se fue con Draco—, ¿celebramos?

—Eso ni se pregunta, Weasley —contestó el rubio con una sonrisa, sentándose a la mesa.

Y tras el POP del corcho del champagne, se pusieron a brindar.

No fue un error | Mpreg DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora