Habitación del bebé

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—¿Qué opinas de esta? —preguntó Draco mostrando la pequeña habitación, que aún se encontraba vacía.

Harry sintió una punzada en el pecho. No solo el rubio estaba dándole una habitación de su enorme mansión a su bebé, sino que lo estaba invitando a él a vivir juntos.

No es que no hayan convivido antes. Es decir, Harry se había quedado en la oscura casa de los Blacks porque no tenía la fuerza mental ni emocional suficiente como para buscar otro lugar y deshacerse de ella. Es por eso, cuando comenzó a salir con Draco, cuatro años atrás, prácticamente vivía en la Malfoy Manor. Sus pertenencias menos usadas seguían en Grimmauld Place, pero lo más necesario había llevado a lo de su novio, donde pasaba todas las noches.

Esta situación era diferente. Draco lo estaba invitando a quedarse para siempre.

Le aterraba.

Le aterraba mucho.

Draco pareció notar su conflicto y lo abrazó por la cintura, dejando un beso en la sien.

—Estará todo bien, cielo.

Harry negó con la cabeza. —Lo arruinaré todo. Como siempre.

—No lo harás —lo puso de frente y le tomó de los hombros—. Yo estaré aquí siempre. Te ayudaré a superar todo lo que necesites.

Se tranquilizó y suspiró. Volvió a mirar la vacía habitación.

—Me gusta esta, si. Podríamos colocar una alfombra, esas que son tipo rompecabezas. La cuna podemos colocarla allá y...

Harry habló, habló y habló, tirando ideas tiernas, divertidas y un tanto aterradoras como confeccionar unos peluches de criaturas mágicas, las cuales podías encantar y caminaran por toda la habitación.

Draco sonrió y aceptó todas las ideas. No quería cortarle la inspiración, no ahora que estaba feliz, después de tanto tiempo. Luego se las arreglaría con aquellos peluches.

—El móvil puede tener las pelotas de Quidditch y una escoba.

—Y podemos pintar como si fuera el bosque prohibido —sugirió Draco— y aquí en medio, tu ciervo. Podemos hacer un Lumos permanente para cuando se apaguen las luces así lo alumbra y lo cuida.

Harry se giró y besó su mejilla.

—Eso es lo más tierno que he oído —luego se giró y apuntó donde lo había hecho el rubio—. A su lado le hacemos un hurón.

Draco le pateó las nalgas sin fuerza.


No fue un error | Mpreg DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora