Cojín de lactancia

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—¿Qué.Están.Haciendo? —preguntó Draco enfatizando cada palabra.

Los ojos de Scorpios se abrieron tanto que parecía que se iban a salir de su cavidad. Vela soltó el cojín al suelo, como si el acto le eximía de su crimen.

El relleno del cojín, ya casi vacío, seguía cayendo en forma de tormenta de nieve por sobre todo el suelo y cabellos de los Malfoy.

—Expliquense— pidió levantando una ceja, pero errado estaba Draco al pensar que podía entender algo más alla del griterío posterior a su pedido. Levantó la mano pidiendo silencio nuevamente—. Vela, tú primero-

—¿Por qué siempre ella primero? —refunfuñó su otro hijo.

—Bueno entonces habla tú, Scorpius —dijo con impaciencia, pero el tono que utilizó su padre solamente lo hizo boquear.

—Viste que ni para hablar servis —le empujó Vela a su hermano.

—Callate, idiota —la empujó de vuelta.

—¡Suficiente! —impuso su voz Draco haciéndolos parar la pelea—. Van a arreglar el cojín de lactancia antes que vuelva Harry. Y lo harán sin magia ¿está claro?

—Pero... —comenzó Scorpius, aunque al ver la expresión de su padre, decidió callarse y se acachó a juntar el relleno, mientras su hermana buscaba las telas rasgadas que formaban el cojín.

Tras unos minutos observando el trabajo de sus hijos, Draco se retiró dejándolos solos.

—De haber sabido que Harry usaba para alimentar a Anya, no lo hubiese agarrado —confesó Vela luego de casi una hora en silencio, cosiendo el almohadón.

—Y yo no hubiese tirado de la otra punta para quitártelo.

Ambos recordaron cómo se habían peleado al intentar entrar a la habitación de su hermanita, para dejar escondido un regalo para Harry. Se acercaba su cumpleaños y ambos querían que él viera el suyo primero. Habían comenzaron a discutir sobre quién tenía más prioridad y de aquella manera llegaron los insultos y recriminaciones de cosas de más de cinco años. Anya había agarrado el cojín para azotarle en el rostro a su hermano, pero él fue más rapito e intentó tomarlo, entrando así enuna disputa por el objeto hasta que se rasgó por la mitad y así pudieron darse mutuamente gritando groserías y desparramando el relleno en toda la habitación.

—Siento haberte llamado cara de sapo —dijo Scorpius, quien había atacado a los ojos bastante saltones de su hermana, llenando por fin la almohada.

—Y yo lamento haberte escupido... Oye, ¿y si grabamos nuestros nombres aquí?

—¿En en cojín? Pero papá dijo que no usemos magia.

—Para arreglarlo. Ya está arreglado, solo dejaríamos una firma.

Scorpius lo pensó, pero asintió.

Esa noche, cuando Harry se sentó a alimentar a su hija, vio que el cojín estaba diferente. Levantó la vista hacia Draco que se había acomodado para leerles un cuento, y éste sólo se encogió de hombros.

Harry sonrió al leer Scorp y Vela estuvieron aquí.


No fue un error | Mpreg DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora