Compras

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Las cosas comienzan a desvirtuarse (?

sorry not sorry

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Luego de una larga tarde viendo y comprando ropas, cuna, juguetes, peluches y demás cosas que necesitaban para el bebé, se sentaron a tomar helado.

—¿Podemos volver a casa ya? —preguntó Harry comiendo su helado mientras se sacaba los zapatos. Levantó las piernas y las apoyó sobre el regazo de Draco.

—Si, por favor —dijo juntando sus manos—. Ya hasta vomito mediecitas y baberos.

Harry movió su pie derecho hasta meterlo entre las piernas de su pareja. Draco levantó la vista con una pequeña sonrisa en el rostro, pero el otro continuaba comiendo su helado como si nada pasara. Cuando el rubio volvió a su helado, el pelinegro movió nuevamente su pie para acariciar su entrepierna.

Esta vez la risa de Draco fue más notoria, y miró hacia ambos lados asegurándose que no hubiera nadie cerca. Luego apoyó los codos en la mesa y abrió apenas las piernas para darle más espacio.

—¿Quieres decirme algo?

—Nop —dijo Harry aún sin mirarlo y saboreando su helado. Sin embargo, Draco lo conocía y sabía que estaba intentando ocultar su sonrisa.

Hacía ya dos semanas que se habían reconciliado y Harry mudado a su casa. Sin embargo, lo estaban haciendo de manera lenta. Draco sabía todo el embrollo que el embarazo hacía con sus emociones, por lo que siempre respetaba su espacio y tiempos. Harry, por su parte, hacía más o menos lo mismo. No quería abrumarlo de nuevo con todos sus arranques de ira y llantos, entonces decidía pensarlo todo dos veces antes de actuar. Por lo tanto, el coqueteo y franeleo lo estaban haciendo como cuando recién comenzaron a salir: tímido, pero deseoso y atrevido.

—Sabes, —comentó Harry luego de terminarse el helado y mirarlo al fin—. Nos olvidamos de pasar por un local.

—¿Ah sí? —preguntó un poco desconcertado, pues tenía un pie estimulándolo —¿Cuál?

—El de los juguetes... —hizo una pausa y le enterneció la inocencia de Draco cuando comenzó a decir "pero si fuimos-" —... sexuales.

Los ojos del rubio brillaron de lujuria y entusiasmo. Se inclinó, tomó su mano y los zapatos de Harry y se aparecieron en su lugar favorito.

Una vez dentro, chocaron los cinco con las manos extendidas hacia arriba y cada uno se fue por un pasillo diferente.

Cuando llegaron a su casa, Harry le pidió que esperara afuera de la habitación para que pudiera alistarse. Luego con una risita aguda le dio a entender que podía entrar. Draco ahogó un sonido que era una mezcla de risa y gemido al ver a Harry, todo panzudo vistiendo un babero y gorrito de bebé en tamaño adulto.

—¿Me das la mamadera, papi?

Draco aseguró todas las puertas y chimenea y se fue corriendo hacia Harry.



No fue un error | Mpreg DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora