Estrías

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—Harry, ¿qué-? —su pregunta fue interrumpida cuando el pelinegro se puso de pie, dejando ver su prominente embarazo. Acto seguido, Draco se desmayó.

Luego de caricias para despertarlo, que luego se volvieron zarandeadas, patadas e incluso un Aguamenti en su cara, el rubio recuperó el conocimiento.

Se sentaron en el sillón mirándose mutuamente sin decir nada. Draco lo observaba de arriba abajo sin evitar detenerse en su panza.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —preguntó el rubio finalmente

—Porque tuve miedo y después no te encontré y después tuve miedo de nuevo.

Draco le tomó de la mano, sosteniendo sus fríos dedos.

—¿Miedo de qué?

—Soy muy jóven para tener un hijo —usó un tono dramático poniendo su mano en el pecho.

—Harry... tienes cuarenta y dos años, no es un embarazo adolescente.

Si bien el rubio rió, el otro muchacho agachó la cabeza ocultando su cara sonrojada.

—Es que... —inspiró y largó todo de manera rápida—. Tú eras el que quería un hijo y yo no, y ahora yo tengo y no se si quieres tenerlo, pero lo entendería, pues fui yo quien decidió terminar todo esto, porque sabía que lo único que traería a tu vida sería inestabilidad emocional, depresión y llantos, bueno llantos de seguro lo tendrías por el bebé, pero no quiero que te sientas presionado por tenerlo solo porque es tuyo; entendería que no quisieses porque yo me alejé de ti y te lastimé y-

Draco acunó su rostro con la mano libre y Harry calló. Cerró los ojos ante el contacto para no soltar las lágrimas que se le juntaron en los ojos.

Lo extrañaba tanto.

—Obvio que quiero tenerlo, cielo —contestó el rubio besando su frente.

—¿De veras?

—De veritas, de veritas.

Ambos sonrieron por la referencia.

Draco bajó la mano y la apoyó en la panza del chico. Se inclinó y le dio unos besos por encima de la ropa.

Un tanto avergonzado se apartó un poco y lo miró.

—¿Puedo...? —hizo señas para levantarle la prenda. No sabía por qué pero la panza de los embarazados le daban años de vida. Recordaba cuando Astoria esperaba a sus dos hijos, y cómo adoraba acariciar su barriga.

Harry se movió un poco incómodo ante la pregunta y titubeó en contestar.

—¿Pasa algo?

—Pues... no es una muy linda, sabes —sus mejillas se sonrojaron—. Me salieron unas estrías horribles que casi no se van con ninguna poción.

Draco chasqueó la lengua y le levantó la remera observando la suave piel que cubría a su bebé. Si bien Harry tenía razón y sus estrías eran bastante notorias, no quitaba que fuera una linda panza.

—Es perfecta —dijo y se recostó en su regazo sin dejar de mirarla y acariciarla.


No fue un error | Mpreg DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora