Barriga

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Era víspera de Navidad y Scorpius y Vela estaban en el tren de regreso a su casa para pasar las fiestas con su familia.

Ambos sabían de la situación en la cuál se encontraba su padre con Harry y estaban entusiasmados en volver a verlo al último.

A pesar que el pelinegro decía que tenía poca dinámica con los niños, los hijos del rubio eran una excepción. Estaba claro que todo fue mucho más fácil, ya que en el momento que comenzaron a salir, los niños tenían entre once y doce años, y no tuvo que pasar por la etapa de llantos y berrinches. Aunque esto último tuvo que presenciar, ya que la adolescencia de los chicos fue bastante marcada. De todas maneras, los chicos lo amaban y estaban contentos que por fin habían concretado y decidido a formar una familia junto a ellos.

Al llegar a la casa junto a su padre, encontraron al pelinegro sentado en el sillón, con las piernas sobre la mesita ratona.

—¡Harry! —gritó Vela y corrió a abrazarlo. Cuando se separaron, la muchacha bajó la vista a su barriga. Luego volvió a mirarlo con sus ojos grises y preguntó —¿Puedo?

—Claro —respondió entre risas.

La joven se corrió la cabellera castaña y se agachó colocando una mano sobre la barriga que estaba a punto de explotar.

—¿Ya saben qué será? —preguntó Scorpius acercándose a Harry para saludarlo.

—No, estuvo de espaldas todo el tiempo.

Ambos hermanos hicieron un puchero.

—Ya en unas semanas lo sabremos —les tranquilizó Draco inclinándose para darle un casto beso en los labios a Harry.

Scorpius se sentó del otro lado de su hermana y la imitó, colocando su mano sobre la panza.

—Te estamos esperando, bodoque —susurró el mayor.

—¡Cómo que bodoque, Scorp! —se quejó Vela.

—¡Es que no sabemos qué es!

—Bueno, pero llámalo bebé, no bodoque .

—Bebé es muy... —se detuvo a pensar— muy usado.

—Si, porque se lo seguís diciendo a tu novia.

—¿Realmente crees que un Malfoy llamaría a su pareja bebé? —replicó pero su cara se tornó colorada delatandolo—. Qué me dices de tí que le llamas gordito al cara de empanada ese...

—No te metas con-

—Niños —les advirtió Draco—, no empiecen, ¿si?

Luego de la cena, miraron una película todos juntos en el sillón. Los adolescentes no se separaron del lado de Harry y mantuvieron sus manos en la barriga todo el tiempo, dando caricias, besos o susurrandole alguna que otra cosa.

A la hora de dormir, Scorpius y Vela se fueron a su habitación y Draco ayudó a Harry a levantarse.

El pelinegro se colocó la bata para ir a preparar dos tés y llevarlos a la cama, pero el problema era que su bata ya no le cerraba, por lo que Draco tomó su varita y la extendió un poco más.

—Creo que no va a soportar otra agrandada más —confesó Harry viendo que las costuras comenzaban a resquebrajarse.

—Tú eres el que no quiere comprar otra.

—Es que esta es cómoda. Es mi bata .

El rubio negó con la cabeza.

—Creo que tienes un problema con las cosas materiales.

—¡Eso no es cierto!

—¿Ah no? ¿Quieres que te recuerde por cuantas semanas lloraste por el par de medias que perdiste?

Harry chasqueó la lengua.

—¡Es que me las habías regalado tú! Y tenían ranitas de chocolate —repuso con un puchero—. Sabes que no vienen cosas así para adultos, solo para niños. Ni sé de dónde las conseguiste.

—Un mago nunca revela su truco —le contestó besándolo. Luego volvió a usar su varita e hizo aparecer otro par de medias del mismo diseño. Harry lo miró con la boca abierta.

—Te amo, ¿lo sabes?

—Lo sé.

Una vez que prepararon el té, subieron a su habitación.

—Dime, cariño —pidió Harry recostándose en el hombro del rubio—. ¿Tienes una caja llena de pares de medias y las invocas cuando crees necesario?

—¿De dónde sacas esas ideas? —preguntó entre risas—. No te lo diré, cielo. Si quieres saber la verdad, tendré que dejar de regalártelas.

—De acuerdo. Tu ganas.


No fue un error | Mpreg DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora