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Déjame dejarte ir
—David Sant

Para ser honesto, no es algo que le guste, pero Ranpo se acostumbró a que en los últimos años debía despertar por el más mínimo sonido que la casa deja escapar, desde si Fukuzawa va al baño en la noche hasta el vaivén de las miles de hojas de árbo...

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Para ser honesto, no es algo que le guste, pero Ranpo se acostumbró a que en los últimos años debía despertar por el más mínimo sonido que la casa deja escapar, desde si Fukuzawa va al baño en la noche hasta el vaivén de las miles de hojas de árboles que crecen fuera y más allá de su casa.

Por eso evitaba dormir aquí cuando Mori está de visita, además de que no le gusta parecer una carga para esos dos.

Pero sí, gracias a la patología de Mori ya no puede conciliar fácilmente el sueño si no es en casa de Chuuya, cuando antes podía sentarse en la cama y quedar dormido ahí mismo, sumando que antes de todo esto él se caracterizó por un sueño pesado de máxima calidad. Ahora era deplorable la condición de su sueño, aún así nunca se le marcaron ojeras.

Entonces nunca tuvo que decirle a Fukuzawa de sus problemas para dormir, porque no era necesario si no se notaba. Probablemente ni siquiera Chuuya sabía de esto.

Así que en teoría, Fukuzawa no debía tocar la puerta con tanto ímpetu para despertar a Ranpo y que él se enterara de que Mori comenzó a toser en demasía desde hace buen rato, además de que su tutor se encargó de llamar una ambulancia antes que otra cosa.

—Ranpo... —tres toques firmes al contrario de su puerta. -Ranpo... —dos toques.

Ya no tenía sentido fingir que dormía.

—Voy... —contestó con un tono mal fingido de somnoliento, no era su especialidad pero Fukuzawa no lo notaría en esta situación. —Es Mori, ¿verdad? -le cuestionó antes de abrir la puerta, aunque ya está demás decir si conocía la respuesta a su misma incógnita.

—Está muy grave. —se escuchó serio, intentando mantener su semblante.

Ranpo no tuvo otra opción que afrontar la situación de frente y abrir la puerta.

—No tienes que dejarlo solo. —No es necesario que vengas por mí. —Pudiste haberme solo llamado por teléfono.

—Nunca en la vida te has levantado por el sonido de tu alarma, dudo que lo hicieras por una llamada de teléfono. —lo miró con un toque de sarcasmo, es evidente que no quiere estar en la misma había tomado que Mori ¿Tiene miedo? Está bien, Ranpo no diría nada.

—Entonces hubieras gritado desde abajo. —Ranpo le sonrió.

Mientras más se acercaban a la habitación donde Mori los esperaba, Fukuzawa caminaba cada vez más lento.

Se escuchaban quejidos, muchos como para ser alguien a quien solo se le reconoce una actitud bromista. Fukuzawa estaba asustado de atravesar esa puerta, pero lo hizo de todos modos, porque le preocupó más el hecho de no estar ahí para Mori. Si uno de los dos sufría, el otro sufría lo mismo, era un pacto silencioso que ambos juraron mantener en el momento en que se juraron lealtad en el amor.

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