0;04

1.8K 207 117
                                    

Dicen que cada átomo de nuestros cuerpos fue alguna vez parte de una estrella.
—Vincent Van Gogh.

La velocidad del automóvil era buena, el ambiente no era incómodo pese al silencio, y aun tomando todo eso en cuenta, el estómago de Mori se sentía inestable, daba vueltas y sentía que se le saldría el desayuno en cualquier momento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La velocidad del automóvil era buena, el ambiente no era incómodo pese al silencio, y aun tomando todo eso en cuenta, el estómago de Mori se sentía inestable, daba vueltas y sentía que se le saldría el desayuno en cualquier momento.

Después de pasar el fin de semana en casa de su pareja, Mori estaba siendo llevado a su propia casa en el carro de Fukuzawa.

Bajó la ventana del auto para poder sentir que no perdía la consciencia. El aire le llegaba rico, una vez más se sentía saludable, aunque no lo estuviera realmente.

Miraba hacia afuera, como si buscara algo en todas esas personas que veía, cada una de ellas ajenas a su vida y de igual forma hacia su dolor.

—Algunas veces pienso que no es justo. —lo que debió haber sido dicho y considerado únicamente en su cabeza, lo había dicho en voz alta.

Tras haberse dado cuenta dio un salto en su lugar, como si hubiera dicho las peores palabras del mundo. Pero para su fortuna, Fukuzawa no le reprochó nada.

—Yo también. —fue lo que se dedicó a decir, ladeando la cabeza levemente, pues seguía manejando después de todo.

A simple vista, las palabras dichas no fueron más que un resentimiento contenido hacia lo que el destino les había deparado a ambos. Pero entonces Mori pensó en algo que le fue dicho hace tiempo.

Incluso donde hay injusticia, hay justicia.

Lo pensó y lo pensó, no encontraba en esta situación su parte justa. Sufrir diariamente por el dolor de la enfermedad, cada día los medicamentos anulaba nada en comparación de antes. Su receta de medicamentos se hacía más larga a la par que se hacía más inútil, probaba con uno y su cuerpo lo rechazaba, o probaba con otro y al poco tiempo dejaba de hacer efecto.

Simplemente no podía ver la parte justa de esta situación. Y si estaba ahí, no entendía dónde y le daba rabia el no poder entender las cosas. Entendía ahora que había llegado a su casa, que la edad no te da la sabiduría que quieres o la que necesitas, todas esas cosas son patrañas, y era frustrante porque estando en sus cuarenta años, aún no podía entender esta pequeña parte de su vida.

—Me gustaría quedarme más tiempo. —dijo el peliplata estacionando el auto frente a la puerta de su casa.

—No hace falta, mañana tienes escuela y debes planear tus clases. —El rostro del contrario cambió de preocupación a agobio de un momento a otro, de sólo recordar las cosas que debía hacer para dar una misera clase se cansaba mentalmente. Mori rio levemente, encantado por la única expresión consecutiva que podía ver varias veces en el rostro estoico de su amado.

—¿El miércoles tienes cita con el médico?

—Si, pero Odasaku me llevará, pidió el día libre, ya te estaré informando del cómo esté. —Mori sonrió falsamente. La verdad es que estaba aterrado de ir al médico.

| GRAFFITI | SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora