0;17

835 109 139
                                    

La belleza que atrae, rara vez coincide con la belleza que enamora.
-José Ortega y Gasset.

Ningún ruido desenfocado podría apartar la mirada de Edgar hacia Ranpo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ningún ruido desenfocado podría apartar la mirada de Edgar hacia Ranpo.

Él hablaba tan claro y tan feliz de cosas acerca de su trabajo. Como suele pasar, no había encontrado alguna vez una persona que le hablara con tan buena cara acerca de tener que trabajar. Resolver casos entretenidos se le hacía divertido a Ranpo, y escucharlo hablar de ello, se le hacía emocionante a Poe.

Los meseros que pasaban los veían de mala cara, tal vez porque Ranpo llevaba hablando (fuerte) toda una media hora.

Pero eso no les importaba en lo más mínimo.

Incluso Ranpo le preguntó variadas cosas sobre su día a día, cosa que conmovió a Poe. Mucho.

No era un secreto -entre él y su mascota- el hecho de que se enamoró de Ranpo en cuanto tuvieron su primer plática de apenas diez minutos. Dejó un espacio vacío cuando se fue, como si hubiera estado allí desde que vive en esa casa y su presencia fuera tan imprescindible como la propia.

El conocer cada día más a Ranpo le hacía feliz a sobremanera. Que le regale de su atención y tiempo es un simbolismo fuerte para él, no todo el mundo está dispuesto a salir con otra persona que apenas conoce.

Supone, por la inteligencia que ya ha demostrado Ranpo, que sabe exactamente la razón del por qué lo citó aquí. Poe no quería que fuera una simple salida de amigos, y lo tenía de nervios el decírselo al ojiverde.

-¿Qué sucede, Poe-kun? -repetidas veces le afirmó que le podía llamar por el nombre. Pero seguía diciéndole Poe. -Te veo más pensativo que hace rato. Y eso que no me estás contando una de tus divertidas historias.

Ranpo sorbió de su café. Muy dulce. No lo ha probado, pero no niega que le gustaría. Solo sabe los detalles gustativos con base en su vista, ¡pues el chico le echó cuatro cucharadas y media de azúcar a su bebida! Eso es muy loco dado que la taza con suerte alcanzaría los quinientos mililitros. Además, también pidió un pan dulce recomendado por Edgar.

Tras su vergüenza, los dos decidieron que estaba bien ir a comer un pan y tomar un café. En una pequeña cafetería sin renombre ni tan frecuentada, pero exquisita en cuanto a su servicio.

Poe casi podía oler el azúcar añadida a su bebida.

-Nada. Es solo que quería decir unas cosas. -se removía con facilidad en su asiento. Edgar nunca fue bueno conversando con la gente en su entorno, mucho menos lo sería con alguien fuera de ese entorno. -Bueno, de hecho lo diré de todas formas, y solo es una cosa.

| GRAFFITI | SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora