Solo el amor pudo haberme salvado. Pero como siempre, yo no puedo amar, ni mucho menos, aceptar que me amen.
—Alejandra Pizarnik.—¿Crees que mamá me quiere? —pregunta Kyouka con un semblante tan triste que hace que Yosano abra los ojos en su dirección. Apenas va llegando y no sabe qué responder a aquello.
Para empezar, Kouyou llamó algo angustiada a su número de teléfono pidiendo de su tiempo para cuidar de Kyouka. Como bien tiene el tiempo libre y las tareas se pueden hacer donde sea a la hora que sea, no le importó venir a ayudar de inmediato. Dijo que volvería pronto. Al parecer, algo le sucedió a Chuuya y ahora iba de camino al hospital, quiere ir a ver que todo esté bien y después regresará.
Pero va llegando y no tiene mucho desde que Kouyou se fue, entonces no sabe qué decirle a la niña a la que sigue viendo petrificada. Pone todas sus neuronas a trabajar, conectando una con otra, hasta que se da cuenta de que no hay que pensarlo mucho.
—¿Por qué lo dices? —se pone a su altura y le acaricia el hombro. —¿Alguna vez te ha dicho lo contrario?
—No es así, ella no, pero hay gente que... —su cerebro interrumpe las palabras en automático, no quiere escuchar más de esa basura. Las personas nunca han tenido derecho de opinar de algo a lo que son completamente ajenos. —La gente suele decirme cosas.
Se creen dioses capaces de juzgar y señalar son sus dedos las fechorías ajenas cuando ellos mismos poseen dichas fechorías.
—Bien, te detendré ahí. —su cara se torna tierna y suave, no quiere asustar a la niña por todas las palabrotas que en su mente ya ideó para mandar un mensaje hablado a esas personas que ni siquiera conoce y en su vida cree que vaya a hacerlo. —¿Crees que serías capaz de soportar un consejo de esas personas? —puede ver la duda en su mirar, quizás está inspeccionando a todos aquellos que la juzgaron. A Yosano se le cae el corazón ante esa suposición, incluso incrementa cuando se tarda severamente. Pero al final, ella sacude la cabeza con liviandad. —No, ¿verdad? Eso seguramente es porque son tontos, y de las personas de quienes no quieres o no puedes recibir un consejo ¡tampoco debes recibir una crítica!
Puede ver que sus cuestiones no se han apaciguado muy bien, no importa eso, ella va a esperar a que su siguiente pregunta se formule.
—¿Y tú odiarías tener a una hija como yo? —se revuelven sus manos en olas de líquido salado, sus manos sudan a más no poder por lo que esa respuesta implica escuchar. —Me refiero a tener que lidiar toda tu vida con una hija como yo.
Puede que ella no sea la encarnación de omnisciente —está muy lejos de serlo—, pero tiene más edad y por lo tanto más experiencia, si hay algo en lo que pueda ayudar a esta niña, que esté en su poder, lo hará. Y de eso, hay muchas cosas.
Consejos, protección física, cariño, tiempo; todo lo que un niño necesita para ser feliz y vivir el momento que se le otorgó de inocencia para que no desee ser un adulto ni que arruine su vida. Cuando era adolescente, hace tan solo unos años atrás, ella repudió lo que significaba ser niño, un engendro que no sabe nada del mundo y que debe ser llevado de la mano, eso le desagradaba. Pero entendió, quizás no fue a tiempo, pero logró entender que los niños no son culpables de nada de lo que hacen. Sino sus padres, sus cuidadores, sus guardianes, y desde luego su entorno.
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| GRAFFITI | Soukoku
FanfictionNakahara Chuuya es conocido como "el rey del arte", lo que atrae a un chico periodista quien investiga un caso en particular. Nakajima Atsushi, el chico que se ha enamorado de quien no debía. Yosano Akiko, quien no desea que su amor acabe siendo un...