Capítulo 3, Rivales y amigos

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Capítulo 3Rivales y amigos

7 de agosto.

Al despertar Sue se encontró con que aun estaba oscuro. Verificó la hora en el teléfono, faltaban para las seis de la mañana.

Se sentó en la cama empujando las ropas hasta los pies, entonces encendió la lámpara y miró a Gatito que seguía durmiendo sobre la almohada.

Tras la batalla la criaturita había quedado muy lastimada y agotada, por lo tanto no lo quiso meter al anillo, en su lugar prefirió que durmiera donde sus ojos lo pudiesen tener vigilado en todo momento por si requería de alguna atención.

—Gracias Gatito... —musitó Sue acariciándole con ternura la cabeza.

Gatito abrió los ojos conectándolos con los de la mujer.

—Ya estoy mejor, Sue. Ningún espectral me podrá eliminar tan fácil.

Ella sonrió y alzándolo dijo:

—Sé que te volverás aún más fuerte.

—Sí... Lo mismo espero. No es divertido que me maltraten tanto. Si hubiese terminado bien en estos momentos estaría celebrando con unas gatitas.

Sue frunció el ceño y arrojó al pequeño a la almohada diciendo:

—Sigues siendo el mismo degenerado.

—¡Eh! —se exaltó Gatito—. ¿Y mis caricias en la cabeza?

—Anda afuera para que te las den tus gatitas.

—¡Eso no es divertido!

—Me da igual gato de mierda.

—¡Yo Gatito, no gato de mierda!

De pronto escucharon que en el comedor un objeto de vidrio estalló en el piso. Esto colocó a Sue en alerta, por lo que de inmediato cubrió su cuerpo con la bata de baño y se calzó las pantuflas. Rápidamente Gatito también se alarmó, bajando de un salto de la cama con las garras desenfundadas.

Sue abrió suavemente la puerta de la habitación y miró por la rendija que quedaba. Gatito hizo lo mismo desde abajo. Entonces quedaron perplejos al ver que sobre la mesa se encontraban dos gatos blancos sentados agitando la cola de lado a lado, y un tercero atado con uno de los cordones de la cortina de las cuatro patas.

—¿Qué mierda está pasando aquí? —preguntó Sue saliendo con cuidado, pues los vidrios del florero yacían por doquier.

—¡Pequeños!, ¿qué hacen con su hermana?

Los dos mininos dieron un salto de su posición al ver que habían sido descubiertos por su padre y la dueña del departamento, saltando apresurados al sofá más cercano para saltar desde allí a la ventana.

Gatito con el pelaje del lomo erizado saltó atrás de los pequeños y los tumbó sobre el cojín del sofá de un solo manotón antes de que huyeran. A continuación se paró en la ventana y volvió a preguntar con tono autoritario:

—Ípsilo, Ípsilu, ¿qué les pasa con su hermana?

—¡Padre! —gritó la pequeña tratando de liberar sus patas de la atadura—. Estos dos querían traer gatitas para acá, y yo no los dejé, ¡por eso me amarraron!

—¿Es cierto eso? —preguntó Gatito furioso—. ¡No puedo creer lo degenerados que son! ¿Cuándo les e dado un mal ejemplo? ¡Su madre estaría muy apenada con su comportamiento!

Los pequeños se hicieron bolita en el cojín. Gatito realmente estaba muy enojado.

—No te hagas el correcto con ellos, Gatito —dijo Sue alcanzando la escoba y la pala de la cocina—. Si tú haces lo mismo.

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