Capítulo 7, Avances

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Capítulo 7Avances

Yhei se zambulló por última vez en el agua caliente y burbujeante, luego salió a la orilla de la inmensa piscina de baño y tomó la manta que usaría como toalla.

Jamás había estado en un cuarto de baño tan grande, ¡si el departamento donde vivía su esposa y sus hijos fácilmente caería dos o tres veces allí dentro! Incluso la piscina medía unos tres metros de ancho por unos cinco de largo, y estaba clavada al suelo de piedra, con la superficie de los muros y el suelo forrado en un cristal celeste que mantenía el calor.

Se terminó de secar las piernas y se acomodó la ropa interior, los pantalones, las zapatillas. Le costaba muchísimo tener que hacer las cosas con una sola mano, solo agradecía que no le faltara la mano derecha, pues era con la que más se defendía.

Dejó la manta en una percha de metal junto a un mueble inmenso en donde estaban toscas botellas de cristal ambarino con sales, aceites aromáticos y flores de distintos colores, que se empleaban para relajarse en la ducha y quedar con la piel suabe y aromatizada.

Al estar completamente vestido salió de la sala de baño, quedando en un corredor sorprendentemente espacioso y echó a andar hacia la izquierda. Lennys le dijo que lo esperaría en el salón que quedaba bajando la escalera.

Al ir por el corredor y al estar a pasos de la escalera un Rimor arropado con una holgada túnica blanca con líneas transversales grises y negras salió de una puerta a la derecha. Recorrió a Yhei con la mirada de pies a cabeza y dijo en tono golpeado:

—Los esclavos no deberían tener permiso para pasear libres por los pasillos.

Yhei lo ignoró. Sabía que si le respondía lo haría ganar una sanción, que no significaría específicamente una reprimenda verbal, sino que una agresión letal.

—¿Acaso eres sordo? —insistió la criatura.

—No, señor —respondió Yhei sin alzar la mirada.

—¿Dónde está tu dueño?

—En el salón bajando la escalera.

—Ah, bien. Dile que no te deje vagar solo por aquí, o te podría ir muy mal.

Yhei asintió.

El Rimor se dio la vuelta murmurando furioso y se alejó con la túnica ondeando a su espalda. Este momento lo aprovechó Yhei para bajar rápidamente la escalera y entrar en el salón que estaba con la puerta entreabierta. Aquí se encontró con un comedor gigantesco, comparable únicamente con los casinos para las grandes empresas, en donde la cantidad de trabajadores superaban las mil personas.

El olor del ambiente era dulce, mezclado ligeramente con un hedor a fritura. En el techo se apreciaban cristales luminosos clavados al mármol que permitían una visibilidad clara. Las mesas cuadradas se hallaban en su mayoría repletas de Rimors bebiendo y comiendo, aunque de igual forma se distinguían otras criaturas con ligeras características humanas, siendo muy pocas las con formas más bestiales.

A la derecha estaba la cocina, dividida por una barra de metal con soportes de madera, en donde trabajaban cuatro condenadas vestidas con pantalón sencillo de tela verde musgo, y el torso únicamente cubierto por el delantal gris. Además estaban con las manos atadas con cadenas a los soportes de la barra, dándoles la libertad de movilizarse dentro de la dependencia para dejar los pedidos de los espectrales.

A la izquierda un ser humanoide con piel escamosa y color verde claro tocaba lo que a simple vista parecía una flauta de plata con el extremo inferior torcido, emitiendo una sonata tranquila, con tonos similares a la flauta traversa, y en otras ocasiones más grabes.

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