Capítulo 21Cuentas pendientes
17 de agosto.
Arenales, Umbra.
Pasaban de la una de la madrugada y las calles se hallaban sin movimiento de personas, excepto por un hombre de unos cuarenta años, de complexión media, caucásico y vestido casual con camiseta gris claro con el logo de un prestigioso gimnasio bordado al costado izquierdo del pecho, jeans negros y zapatillas grises con líneas azules y rojas. Al hombro cargaba una mochila bastante gastada de color negro y entre las manos terminaba de doblar un papelillo de forma cuidadosa.
Cruzó la calle a paso descuidado, total a esa hora eran muy pocos los vehículos que transitaban. Al estar del otro lado sacó un encendedor metido en una funda de cuero que colgaba del cinturón, sin embargo antes de que hiciera el mínimo ademán de encender el papelillo una muchacha esvelta, morena, rubia y tan rápida como un rayo le calló desde atrás y antes de que el hombre pudiese defenderse le partió el cuello. El movimiento fue veloz y eficaz, dejándose sentir un chasquido sutil cuando le giró la cabeza con violencia cegándole la vida antes de tumbar el cuerpo que aun presentaba espasmos entre unos arbustos. A continuación extrajo un celular y tras marcar y esperar a que alguien respondiera del otro lado dijo:
—Haló, ¿Pablo? Ya está listo, Adrián Vega está muerto. Le rompí el cuello.
Se alejó silenciosa del arbusto que ahora ocultaba el cadáver del hombre con el celular apegado al oído, quedó cerca de un muro que la separaba de un precioso jardín con plantas de diferentes tipos perteneciente a una residencial, y descansó su espalda en la superficie irregular.
—Bien. Mañana iré por ese otro sujeto. Mándame el nombre y todos los datos útiles por chat. Te dejo, me iré a dormir.
Cortó y guardó el celular en el bolsillo. No le agradaba para nada estar trabajando de sicaria para aquel idiota, sin embargo no tenía otra opción, era eso o perder todos los veneficios de contactos, información y equipamientos de alta tecnología, sumado a que se convertiría en un enemigo implacable.
Se volteó hacia la derecha descubriendo a unos cien metros a una mujer de un metro sesenta de alto aproximadamente, morena, de ojos almendrados y color miel, de cabello negro hasta la mitad de la espalda. Arropada con jeans grises, blusa azul y un chaleco de hilo negro con botones plateados, completamente a juego con el color de los botines. Además un gato negro permanecía sentado en su hombro izquierdo, que observaba en alerta.
Indi no había notado la presencia de ella, aun así no le pareció importar y echó a andar en su dirección con expresión indiferente. La mujer no se movió de la posición, dándole a entender que no le temía y al quedar a pocos metros comentó:
—No deberías andar a esta hora en la calle, podrías enfermar.
—¿Qué mierda quieres, Estefanía?
—No seas grosera, Indi. Deberías agradecer al menos que me preocupo por ti.
—¿Agradecer? Asume que solo andas cazando noticias. Eres una pésima periodista, y si no hubiese sido por mi ni te enterabas de lo sucedido con el alcalde.
—Desgraciada, no me hagas enojar.
Indi empuñó la mano derecha y enseguida la abrió extendiendo los dedos, como si estuviese preparándose para lanzarse al ataque. Estefanía pese a ver este gesto agresivo no se inmutó y descansando las manos semi empuñadas en las caderas anunció en tono firme:
—No juegues conmigo, Indi. Me da igual que seas una mestiza, no me matarás sin pelear.
—Tranquila, por el momento me sirves. Ya veremos cuando terminemos con todo este conflicto.
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Redes En Penumbra
AcciónContinúa la lucha contra las manos oscuras del mundo espectral que intentan tomar el control del mundo mortal utilizando la ambición del hombre para concretar sus objetivos. Los mestizos están más alerta que nunca, ya que los espectrales están ejerc...