Capítulo 8, Redes en penumbra

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Capítulo 8Redes en penumbra

11 de agosto.

Con la dirección del cuerpo de policía de Umbra bajo el mandato de Jonatan Peralta todo lucía mucho mejor. Claire había notado mejoras en cuanto al enfoque de investigación, fuera de que los equipos de vigilancia tanto diurna como nocturna se reforzaron de forma equitativa, distribuyendo a los hombres más experimentados con los menos. Lo que si esto le estaba acarreando problemas con los alcaldes y el presidente, ya que al parecer seguirían llevando sus negocios oscuros en las calles y con tanto oficial en las esquinas no se sentían tranquilos. Incluso, ya había recibido varias cartas de amenaza, donde le advertían que si no dejaba el puesto lo matarían. Seguramente esto se estaba llevando de esta forma porque los altos mandos habían dejado de ser humanos hace muchos años, siendo sustituidos por espectrales de clase uno.

Claire se metió al baño para lavarse la cara. Con todo el cambio administrativo el papeleo se hallaba a la orden del día, reclamando demasiadas horas de la oficial.

Con el agua cayendo por el rostro se miró en el espejo, dando un paso atrás exaltada, pues en el reflejo que le regresaba la bruñida superficie no solo estaba ella, también Klaude. El hombre se encontraba a su espalda, muy cerca de las puertas de los retretes, y desde allí la observaba. La mujer se giró con agresividad, quedando gélida al no ver a nadie en ese lugar. Con más calma regresó la atención al espejo, golpeándose la frente al darse cuenta que no fue más que una jugarreta de su mente.

—Creo que no e dormido lo suficiente —se dijo en un hilillo de voz—. Ya es tarde... Regresaré a casa.

Cerró el pasador de agua y se secó el rostro con toallas de papel. Cuando tiró la basura al papelero volvió a mirar el espejo, seguía ella allí sin nadie más.

Al salir al corredor se encontró con Marilin que venía escoltada por Néstor, un muchacho joven traído de Álamos hace una semana atrás.

—No tienes buena cara, Claire —le dijo Marilin en tono preocupado.

—Es la única que tengo, querida. Néstor, deja a Harris conmigo, yo me encargo.

—Sí, señorita.

Tras realizar una ligera inclinación Néstor se retiró del lugar por donde mismo había venido, perdiéndose al final del corredor.

—¿Claire, podemos ir a tomarnos un café?

—¿Quieres hablar de lo ocurrido en la sala de interrogatorio?

La periodista asintió.

El viernes recién pasado Marilin había entrevistado a Katherine, la condenada que arrestaron en Alerces tras la batalla en donde se empleó la piedra dual para fracturar la barrera que separaba al mundo mortal del espectral con fines poco claros. Lo realmente complicado era que justo en esa entrevista la prisionera escapó, empleando sus misteriosos poderes para destrozar cada una de las cerraduras, sin importar lo tecnológicas que fuesen, pero sin llegar a matar a ninguno de los oficiales encargados de la seguridad.

—Bien... Me hace falta un café cargado para terminar de buena forma la tarde.

Rápidamente Claire guardó las carpetas en las que estaba trabajando, se cambió la ropa y salieron de la oficina. El sol ya se perdía por entre los gigantescos edificios, dándole paso a una noche más, en la cual se podrían desarrollar varios acontecimientos claves para la investigación. Por suerte en el equipo ya no existían secretos, o eso sentía; entregando cierta facilidad para conseguir datos valiosos. Lo malo es que ya no estaba la presencia de los mercenarios en la capital, daba la impresión de que se los hubiera tragado la tierra. Sin embargo sabía que las cosas no podían cambiar de forma tan radical en poco tiempo, lo que significaba que en menos de lo estimado los movimientos se comenzarían a reflejar.

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