— Ten cuidado —
Dos palabras que incesantemente seguían colándose en su oído, pese al tiempo que había pasado desde su emisión. Recuerda perfectamente la dulce mirada del más bajito que perseguía su caminar bajo el manto del atardecer.
Le habían invitado a cenar, como muchas tantas noches, y como pocas ocasiones, declinó la oferta. El omega siquiera se quejó, se acercó a él con pasitos cortos y decididos, acomodó el dobladillo de su chaqueta y palmeó suavemente su torso como si asegurase de que su imagen fuese perfecta. Incluso le pidió con un leve movimiento de su mano, que se agachara para acomodar su mata de cabello..
"Ten cuidado" dijo.
Ten cuidado. Sus labios rellenos y con leve aroma a crema por el dulce que había hecho esa tarde para el postre, hacían ver las dos líneas de carne con un brillo, cual si se hubiese puesto bálsamo labial. Sus belfos se habían agitado con lentitud para pronunciar en alto esas dos simples palabras. El problema es que no eran tan sencillas, no si lo habían jodido tanto.
— ¡¡Hermano, te estoy hablando!! — El golpe sórdido y doloroso en su espalda provocó que: Gruñera a Seth por el ardor en su piel y regresase desde el país de sus fantasías.
— ¿Qué? — espetó entre dientes, apretó la botella que el bartender temió que se rompiera por la fuerza de presión que Eugene estaba ejerciendo.
El alfa de aroma a cigarros bufó por la poca actividad de habla de su mejor amigo. Llevaba como cinco minutos esperando una respuesta, mientras el otro fruncía más el entrecejo y liberaba un aroma pesado. Odiaba esas charlas unilaterales.
— Tu familia, te pregunté cómo están ellos — repitió su pregunta con otras palabras, suspiró frustrado y se llevó un largo trago a su boca para relajarse.
— Mi padre está muerto. Mylo me abandonó — La duda lo descolocó, ello le puso de peor humor. Seth estaba siendo el mismo estúpido de siempre.
El alfa le golpeó en el brazo, un impacto certero y preciso que hizo rabiar a Eugene.
— ¡No, idiota! Hablo de Archer y su cachorro, ¿Cómo lo llevas? — se acomodó los lentes en el puente de su nariz, sus hombros se relajaron luego de soltar toda su rabia en ese ataque. Se sintió nuevo y perfecto.
— ¿Quiénes? —
— ¡Dah! Archer y Thiago. ¿Ya estás borracho? — Ahora era él quien se perdía en la conversación. Sus cejas se unieron y replanteó las palabras sueltas por su boca.
Eugene quiso tanto alterarse y derramar un río de frases inconclusas para que su amigo llenase los espacios en blanco. Se perdió en sus divagaciones resaltando una y mil preguntas para aliviar la tensión que se propagó en su pecho y convirtió en roca sus músculos.
— ¿Qué mierda estás diciendo? — Su capacidad no dio para más. Aún con toda la maraña que quiso su voz alzar, solo pudo formular la incógnita que resaltó entre las demás.
— Eugene, hermano — rodó los ojos, el poco alcohol en su sistema le hizo olvidar que su amigo era un lento que llegaba cien años tarde a los chismes. Siempre vivía desactualizado por casi no hablar con nadie y vivir en las casas más lejanas — Estás en boca de todos desde hace dos meses. Tú y el recién llegado, dicen que es tu omega —
Al alfa más alto le salió un bufido. Claro que hablaban de ellos, era un pueblucho que se alimentaba de chismes, obviamente los más fogosos giraban alrededor de la carne fresca.
— Es mi vecino. Me recuerdan a mi padre y a mí, por eso les ayudó a veces — restó importancia a sus acciones de los últimos dos meses conviviendo con la pequeña familia a la que él sentía que no pertenecía. Desde hace seis años había perdido su hogar, su omega, su amor.
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Más allá del destino
RomansaEugene y Mylo son destinados, se aman con locura desmedida, sin embargo, por discrepancias en sus sueños, se ven obligados a separarse... Eugene cree que el tema amor se acabó para él, hasta que conoce a Archer, un omega con un lazo roto y un hijo ...