Las cosas tienen arreglo.

66 3 0
                                    

Al llegar a casa nos encontramos con mi padre y mis hermanos esperándonos en la sala, ellos no preguntaron absolutamente nada, sin embargo sus miradas permanecían curiosas.

— ¿Cómo les fue?

Mi padre preguntó. Yo no sabía que responder así que simplemente negué y con lágrimas en el rostro subí a mi habitación, lugar en el cuál me encerré a llorar.

Los murmullos de mi familia se escuchaban hasta mi habitación, sabía sobre lo que hablaban y realmente ya no quería seguir escuchándolos. ¿Por qué tenía que pasarme todo esto a mi?

No supe cuánto tiempo estuve llorando hasta el grado de quedarme dormida, quizás habían pasado horas y yo no lo sabía.

Princesa debo salir de viaje.

La voz de mi padre se escuchó al otro lado de mi puerta, sabía que no entraría, pues él respetaba mi privacidad.

No estoy seguro de cuando volveré, pero quería decirte que todo estará bien. Estaré de vuelta pronto, por favor cuídate mucho y no le hagas tan difícil la tarea de cuidarte a tu madre.

Asentí a pesar de saber que el no me miraba. No dijo nada más y comenzó a alejarse, lo supe porque pude escuchar como bajaba las escaleras. Cubrí mi rostro con mis manos, mi cabeza dolía, mis ojos me ardían por tanto llorar y seguramente yo era un desastre, no era conciente de la hora que era, pero por lo silencioso que estaba todo supuse que ya era de noche.

Una vez más me permiti perderme en mis pensamientos los cuales estuvieron repletos de ese par de ojos color café. ¿Quien era ella?.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando la puerta de mi habitación se abrió con lentitud y dejo ver de quién se trataba.

— Hey Cristal necesito que me hagas un favor. _su mirada se despegó de su celular y me miró_  ¿Estuviste fumando marihuana y no me invitaste?

Lo mire de mala gana.

— ¿Que es lo que quieres?

— Vamos al garage.

— Ni loca vuelvo a cubrirte. ¿Chocaste el auto de nuevo? _lo mire con los ojos abiertos de par en par_

— Solo acompáñame idiota.

No dijo nada más y salió de mi habitación. Con toda la pereza del mundo me coloque una sudadera y baje junto a él hacia el garage. Ambos entramos a aquel lugar y el encendió las luces, fijé mi vista en el auto el cuál estaba en perfecto estado, me sentí aliviada por un momento, pero después desvíe mi mirada a dónde estaba mi moto, la cual estaba cubierta a petición mía para que no pudiera verla.

— ¿Cómo estás?

Su pregunta me hizo volver a la realidad, a aquella realidad en la que yo tenía un puto tumor en la cabeza.

— Estoy bien. _ desvíe mi mirada hacia él_ ¿Para que querías que viniera?

— Mamá nos dijo sobre tu diagnóstico. _camino hacia mi moto_  La noticia nos impacto por igual.

Antes de ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora