Quiero elegirla.

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Lucía era... Mágica. Parecía que el tiempo a su lado no avanzaba y cuando volvía a la realidad me daba cuenta de lo mucho que si lo hacía.

En un abrir y cerrar de ojos los días para la operación se acercaban cada vez más. ¿Tenía miedo?. Claro que lo tenía, sin embargo Lucía me había prometido que se encargaría de que su padre llevara acabó mi operación y sin duda alguna le creía.

- Si tuvieras la oportunidad de tener un super poder ¿Cuál sería?

Desde que nos habíamos vuelto novias osea hace como cuatro días, ella no se había alejado de mi ni un segundo, a excepción de cuando tenía que volver para dormir en el hospital, pues mamá nos había prohibido dormir juntas ahora que eramos más que amigas.

- Pues no sé si cuente cómo super poder, pero me gustaría poder convertirme en super Sayayin.

Ella me observo por un par de segundos sin decir absolutamente nada.

- Debí esperar una respuesta así.

- Es tú culpa por preguntar algo así.

Se acercó a mi y dejo un rápido beso en mis labios.

- No importa Cris. Así de rarita te quiero.

La mire indignada.

- Pues consíguete una que no sea rarita.

Nego con una pequeña sonrisa en su rostro y se acercó nuevamente a mi.

- A mi me gusta la rarita de mi novia.

Nuevamente volvió a unir nuestros labios, pero está vez en un beso más largo y placentero.

Mis manos se posaron en su cintura y las de ella en cada costado de mi cuerpo, para no dejar caer todo su peso sobre mi, pues ambas nos encontrábamos acostadas en el suelo de mi habitación.

- ¡Ugh! Consigan un hotel.

La voz de mi hermano nos hizo separarnos al instante. Su mirada estaba fija en Lucía, casi como si la estuviera fulminando con la mirada.

- Lucía me agradas demasiado. _ Su voz sonaba bastante seria_ Pero déjame advertirte que a menos de que estén casadas, no puedes ponerle ni un dedo encima a mi hermanita. Ella debe llegar pura y casta hasta el matrimonio.

Lo mire de mala gana y negué ante sus palabras. Era lindo que se preocupara por mi, Pero decirle esas cosas a Lucía había sido demasiado.

- ¿Que haces aquí tonto?

- Pues vivo aquí. _ alzó sus hombros restándole importancia_ Además tu puerta estaba abierta, cualquiera que pase por aquí podría verlas.

Lucía se puso de pie y me ofreció su mano para ayudar a levantarme, le agradecí con una sonrisa y repetí su acción.

- Cómo sea. _ Lucía no soltó mi mano, si no al contrario, su agarre se volvió firme_ ¿Necesitas algo?

- ¿A qué venía? _ desvío su mirada al techo, como si allí fuera a encontrar la respuesta_ ¡Oh sí! Mamá me pidió que te dijera que papá está de vuelta y que necesita que estés lista para recibirlo.

Ambas nos miramos y luego posamos nuestra vista en él.

Nuestro padre regresaría y yo no me sentía lista para afrontar lo que se vendría.

- ¿Te quedas a cenar Lu?

Ella desvío su mirada hacía mi, casi como si me estuviera pidiendo permiso para hacerlo, sin embargo no recibió una respuesta de mi parte.

Antes de ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora