Chicas.

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Son tan bonitas que duelen.

En algún punto de mi vida me pregunté el porque me gustaban las chicas. Claro que desde siempre había sido consciente de mi gusto por ellas, a pesar de que mi situación era un poco complicada. Mis padres lo sabían pero estaban negados a aceptarlo, por eso tanta presión al querer que tuviera un novio. Recuerdo que cuando les presente por primera vez a Diego quedaron fascinados. Él era el primer novio que les presentaba, de hecho mi primer y único novio hasta ahora.

Las cosas en nuestra relación en un principio iban bien, yo lo quería sin embargo no estaba enamorada de él, lo apreciaba por lo lindo y educado que era conmigo, aunque todo fuera una fachada de su parte. Él realmente no era un buen tipo y yo no sentía nada por él, un par de mentirosos en una relación no era nada bueno, sin embargo nos habíamos acostumbrado a ello.

— Quedaba un minuto y el marcador estaba parejo, no podía permitirme perder, no en nuestro colegio, así que lo hice. Corrí decidido hasta la canasta del equipo contrario, estaba rodeado y mi equipo se había quedado atrás, no tenía otra opción debía intentar anotar.

Lo escuchaba hablar tan entusiasmado sobre el último partido del torneo de la temporada del colegio. Realmente no quería estar aquí y mucho menos junto a él, desafortunadamente mi mamá no me permitiría retirarme, después de todo al fin había venido a verme.

— Lo deje a la suerte y lo hice, gane el torneo.

— ¡Muchas felicidades Diego! No esperaba menos de ti.

Mi madre se encontraba con nosotros, ambos habían entablado aquella plática en la que por supuesto  había quedado fuera.

— Lamento mucho no poder estar contigo cuando estuviste en el hospital, cariño.

Su mano se poso en una de las mías, logrando captar mi atención. Sus ojos color miel llenos de inferioridad me miraban atentamente. Era guapo no lo podía negar, sin embargo no estaba enamorada de él y jamás sería así.

— No te preocupes. Ya estoy aquí.

Su sonrisa se hizo presente, dejando a la vista sus reluciente dientes blancos. Su sonrisa era linda pero no como la de esa chica.

Ellos continuaron charlando sobre cosas que realmente no me interesaban, sus charlas siempre eran así de vacías, todo giraba en torno a ellos y eso realmente me parecía desagradable.

No se por cuánto tiempo ellos siguieron charlando, la verdad es que ya me sentía un poco fastidiada por su presencia así que me excuse diciendo que no me sentía bien y que quería descansar, mi madre accedió a dejarme subir a descansar y así fue como por fin me había librado de ambos.

— Hasta que te pudiste safar de ambos.

La voz de mi hermana se hizo presente agarrándome por sorpresa, provocando que diera un pequeño brinco del susto.

— ¡Zoé!

— Hola hermanita.

Me sonrió con aquel destello de burla que la caracterizaba.

— ¡Deja de aparecer asi de la nada!

— Pero si estás en el pasillo de las habitaciones, yo solo quería bajar por un vaso de agua y tú estabas obstruyendo el paso.

Me quedé en silencio.

— Dilo.

Negué. _ No es nada.

— ¿Damos un paseo?

— No estoy de humor para algo así, además le dije a mamá que subiría a descansar un poco.

— Vamos, tomar aire te hará bien.

Tomo mi mano y jaló de mi para empezar a caminar junto a ella.

— ¡Mamá iré a la tienda! ¡Cristal viene conmigo!

No espero respuesta de mi madre y se encaminó hacia la salida de nuestro hogar. Al salir ella soltó mi mano y comenzó a caminar, indicándome con una seña que la siguiera y así lo hice.

— ¿Cómo estas?

— El medicamento es un asco, solo me hace querer dormir.

— Lo he notado.

Seguimos caminando en silencio por algunos minutos hasta que llegamos al pequeño parque que solíamos frecuentar cuando éramos niños.

— ¿ Y las cosas con Diego que tal?

— Estoy cada vez más enamorada de él. _dije con sarcasmo_

— Se nota mucho.

Ambas comenzamos a reír.

— Sabes que puedes contarme lo que quieras ¿Verdad?

— Lo sé, lo sé _ suspiré_ Es solo que es complicado. No se cómo decirlo.

— Solo sueltalo. Imagina que no estoy aquí.

Suspiré resignada y asentí_ Bien. Am... No estoy cómoda en mi relación con Diego y a decir verdad tampoco me sentiría cómoda saliendo con cualquier otro hombre. _ Desvíe mi mirada al suelo_ No me gustan los chicos y no se... No se siente correcto sentirme así.

La mirada de mi hermana reflejaba compresión, una pequeña sonrisa apareció en su rostro y dejo una pequeña caricia en mi cabeza, alentandome a continuar hablando.

Me gustan las chicas y me aterra la idea, porque se que no está bien. _ desvíe mi mirada hacia mi hermana la cuál me miraba atenta, sin embargo su expresión seguía siendo calida, como la de una hermana mayor compresiva._ No quiero decepcionar a mis padres, pero no puedo dejar de sentirme así.

Se sentía bien. Volví a sentirme más ligera después de aquella confesión y sinceramente no me arrepentía.

— ¿Te sientes mejor?

— Me siento mejor pero...

— Tranquila. Tú secreto está a salvo conmigo.

Charlamos un poco más sobre el cómo nos sentíamos ante la presión que nuestros padres ejercian en nosotros, también me contó sobre como se sentía al respecto de que Dennis y yo supiéramos sobre su muy activa vida sexual y que esperaba que ambos respetemos la forma en la que lidia con tanta presión, así como cada uno de nosotros teníamos nuestra forma de hacerlo.

Volvimos a casa cuando nuestra madre la llamo para preguntar en donde estábamos y cuanto tardaríamos en llegar, pues la comida ya estaba lista y Diego quería por lo menos despedirse de mi.

Al llegar a casa al parecer Diego ya se había marchado, nuestra madre nos regaño por no haber vuelto a la hora de la comida. Pero la verdad es que no me arrepentía, estaba feliz de poder confesarle a mi hermana ese secreto que tanto me esforzaba por ocultar, salir del clóset con ella había sido realmente liberador y amaba sentirme así.

De pronto mi vida comenzó a sonar como aquella canción que tanto amaba escuchar y que ahora entendía a la perfección.

Me gustan las chicas. ¡Me gustan las chicas!



Antes de ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora