Autosabotaje

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Los días de hospital no eran mis favoritos, sin embargo estaba emocionada pues hoy después de dos días al fin podría comer con ella. Haber no me mal entiendan. La única razón por la que quería estar y comer con ella es para poder ayudarla. No era mi experimento, ni tampoco caridad, solo quiero poder ayudarla.

— ¿Entonces almuerzas con ella?

— Si ma. Le prometí que lo haría.

— ¿Te lleva a casa?

— Lo más seguro es que lo haga.

— Está bien. Dile que le mando saludos

Dejo un beso en mi mejilla y por fin me dejó bajar del auto. Está vez ella no me esperaría pues días atrás le pedí permiso de quedarme más tiempo con Lucia. Mamá sabía sobre su trastorno alimenticio y me pidió que fuera paciente si es que Lucia no quería comer o tenía cambios repentinos. De verdad le había caído de maravilla pues por primera vez no me había prohibido hablarle y eso era un avance.

Apresuré mis pasos al percatarme de la hora que era pues odiaba la impuntualidad y ya iba tarde a mi sesión. Está vez no me detuve a saludar a nadie y corrí directo hacia mi área asignada hasta que me tope con alguien logrando que ambas cayeramos al piso.

— ¿Que no te fijas por dónde vas?

La voz de aquella chica ya la había escuchado antes.

— ¿Que eres sorda o algo así?

Levanté mi vista para corroborar de quién se trataba y efectivamente era la misma enfermera que estaba con Lucia la primera vez que hablamos.

— Lo siento mucho.

Me levanté y le extendí mi mano para ayudarla a ponerse de pie pero ella simplemente me ignoro y se levantó.

— A eres tú. _me miró de arriba hacia abajo_ Fíjate por dónde vas

— No fue mi intención.

La mire apenada, pero ella simplemente me ignoro y paso a un lado de mi, chocando mi hombro con el suyo. ¿Que le pasaba a esa mujer?

...

Mi sesión termino con éxito pues el psicólogo me felicitó por los avances que he tenido a pesar de esta ser mi tercera sesión con él. Hablamos de los cambios que estaba teniendo en mi vida después del accidente, también le platique sobre la cena que había tenido con mis abuelos y la acompañante misteriosa de esa noche. Pues no quería que supiera que Lucía había estado conmigo porque eso era algo que no me correspondía decir ya que todos en este hospital la conocían.

Seguí con mi camino hasta llegar a su habitación, me detuve a pensar en si debía tocar o simplemente abrir la puerta y entrar. No lo pensé mucho y me apresuré a abrir. Ojalá no lo hubiera hecho...

Abrí mi boca para decir algo pero mis palabras no salían. Lucía se aparto de aquella enfermera con la que había chocado horas atrás y me miró, pero no supe decifrar la forma en que lo hizo.

— Provecho.

Fue lo único que pude decir antes de salir casi corriendo de ahí. No sabía el cómo sentirme o bueno no era como si a mí me importará haber descubierto a Lucía besandose con su enfermera, digo después de todo quizás ambas tenían algo.

— ¿Cris?

La voz de Anna me hizo detener mis pasos. Ella se acercó a mi y me tomo del rostro con delicadeza.

— ¿Estás bien?

Sus ojos me inspeccionaron para corroborar que me encontraba bien y luego me sonrió.

Antes de ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora